La que fuera la primera metrópolis del Magreb y la primera en erigir una mezquita es hoy considerada la cuarta ciudad santa del Islam por detrás de la Meca, Medina y Jerusalén. Aquí resumimos su historia y descubrimos su presente en ocho instantáneas.
Esta mágica atmósfera se mantiene en el zoco, donde los vendedores exponen con orgullo en sus puestos bellas alfombras tejidas en lana y productos artesanales originales de la ciudad. Observar el trabajo de los artesanos en un taller de alfombras es todo un espectáculo para el turista, que se queda fascinado viendo los maravillosos diseños creados con sus habilidosas manos.
A pesar de ser un artículo que se confecciona en todo el país desde la antigüedad, la alfombra de Kairuán se diferencia del resto por contar en su dibujo con un medallón central rodeado de flores y un marco de bandas alineadas en paralelo. Las más clásicas se caracterizan por el rojo carmesí como tono predominante, o bien, por los colores blancos o marrones, naturales de la lana de oveja.
Para completar el tour por la medina, es recomendable degustar una de las especialidades de la ciudad, el maqroudh: un dulce elaborado a base de sémola, aceite de oliva y miel, ingredientes provenientes de la legendaria cocina bereber.
Fuera del casco antiguo se pueden visitar las cisternas de Aghlabid, que datan del siglo IX. Se trata de un sistema de depósitos de agua que conformaban un complejo hidráulico excepcional para la época. Otra visita de interés es el Museo de Raqqada, que presenta piezas notables de cerámica con reflejos metálicos, monedas de oro y folletos del Corán que se remontan a los primeros siglos de historia de la ciudad.
A parte de su riqueza patrimonial, la localización de Kairuán permite al viajero realizar actividades variadas como senderismo, espeleología y observación de aves en los lagos salados de la zona. ¿Qué más se puede pedir?
Construida en el siglo IX, la arquitectura islámica de la Gran Mezquita fue pionera para el resto del mundo, sobre todo para las construcciones en Andalucía. Característica por sus numerosos arcos y columnas, el edificio fue más que un templo de oración. Hoy muchos la consideran uno de los monumentos más importantes de la historia del Islam y una obra maestra de la arquitectura universal. Solo por su mezquita merece la pena su visita. Los no creyentes pueden visitar su patio y contemplar la sala de oraciones, además de subir a su particular minarete, inspirado en el faro de Alejandría.
La faceta espiritual está muy presente no solo en este edificio, si no en toda la ciudad gracias a sus numerosas mezquitas, entre las que destaca la conocida como 'Mezquita del Barbero', del siglo XVII. En ella se encuentra el mausoleo del antiguo profeta Sidi Saheb, además de varios patios y salas decoradas con coloridos paneles de cerámica.
Una arteria cruza la ciudad de norte a sur, de una puerta a otra pasando por los zocos. Es la muralla, con cerca de tres kilómetros de extensión. Alrededor de esta vía pública se halla la medina, que ofrece al viajero otra cara de la urbe. Atravesando su puerta monumental se accede a una red de estrechas calles y callejones ciegos distinguidos por sus paredes blancas y puertas celestes. Imprescindible perderse entre ellos.
A unos 160 kilómetros al sur de Túnez capital, Kairuán se presenta como una misteriosa urbe donde aún se mantienen vivos los vestigios de un pasado en el que llegó a ser la primera y más antigua metrópolis del Magreb. Kairuán fue fundada en el 670 tras la caída de Cartago, convirtiéndose en una provincia del Imperio Omeya de Damasco y ciudad santa por excelencia.
Allí se levantó la primera mezquita del Magreb, la conocida Gran Mezquita, quien le ha otorgado su prestigio nacional e internacional como lugar sagrado del Islam, solo por detrás de la Meca, Medina y Jerusalén. Por ello, hoy en día es Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO y una de las urbes más fascinantes del rico patrimonio tunecino.