Publicado el 11/04/2019
Devoción, recogimiento y silencio son las señas de identidad de la Semana Santa de Valladolid, junto con la delicadeza de su imaginería, la más importante de España. Es una de las festividades más vistosas y emotivas, pues devoción, arte, colorido y música confluyen para conmemorar la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo. Si a esto le sumas la exquisita gastronomía de la ciudad, y los tradicionales postres que se elaboran en estas fechas, encontramos en la ciudad castellano y leonesa el pack perfecto para pasar una Semana Santa perfecta. Las palmas y las carracas ya están listas, los tambores ya empiezan a resonar y las calles huelen a incienso... ¡Valladolid te espera!
EnValladolid se toman la Semana Santa muy en serio, no obstante, es el principal acontecimiento cultural, religiosos y de atracción turística de la ciudad, Está declarada desde 1981 como Fiesta de Interés Turístico Internacional ?una de las primeras de toda España en lograrlo-, y desde 2015 aspira a ser reconocida como patrimonio cultural de la humanidad por la UNESCO. Pero, por supuesto, sus orígenes son mucho más añejos. Se remontan a los siglos XV y XVI, en los que se registran las fechas fundacionales de las cofradías más vetustas de la ciudad, y alcanzó su periodo de mayor esplendor durante el siglo XVIII. Sin embargo, la Semana Santa tal y como la conocemos hoy, es un legado fruto de una iniciativa del Arzobispo Gandásegui, que en 1923 promovió la recuperación de los desfiles procesionales con la participación de las cofradías penitenciales históricas, y asimismo impulsó la creación de nuevas cofradías a partir de las asociaciones religiosas seglares. Hoy en día son más de 25.000 los cofrades repartidos entre las 21 cofradías, pero por motivos de seguridad y organización, no todos desfilan cada año. También llamados penitentes
, nazarenos
o capuchones
, son la escolta de las imágenes, y van ataviados con una indumentaria muy particular, el denominado capuchón
o capirote
, que es el característico e inconfundible gorro cónico, que va cubierto de un velo que les llega hasta el pecho, para preservar la identidad del penitente. - © David Tordable / 123RF
Es el pistoletazo de salida oficial de la Semana Santa -y decimos oficial porque desde un mes antes, siempre se realizan algunas procesiones para ir haciendo boca-. Uno de los días grandes, más alegres, y favoritos de los niños: la procesión de La Borriquilla. A excepción del resto de pasos, que suelen estar tallados en madera policromada, éste está hecho de cartón-piedra, manteniendo la tradición de antaño. De buena mañana las calles de Valladolid se llenan de familias, padres y madres que cogen a sus hijos-carraca en mano- a hombros para que no pierdan ni un ápice de la entrada y bienvenida de Jesús en Jerusalén, entre palmas y aplausos. - © David Tordable /123RF
Es otro día clave que no te puedes perder, pues en él se celebra uno de los momentos más emocionantes: El Encuentro
. La talla de la Virgen de las Angustias, a hombros de los penitentes, alcanza al Cristo camino del Calvario, ante la presencia de cientos de locales y turistas que se aglutinan en la hermosa Plaza de Santa Cruz. - © fosterss /123RF
Seas o no creyente, la Semana Santa de Valladolid no te va a dejar indiferente. Y no decimos esto con el ánimo de hacer un pareado, es la verdad. Más allá de una tradición cristiana, se ha convertido en una manifestación cultural que traspasa los límites de lo estrictamente religioso, y que incluso consigue conmover a quienes sólo aprecian el valor estético. Ya lo decía Miguel Delibes, En la Semana Santa castellana, no tienen sitio la algarabía y la estridencia; y el espectáculo, el arte y el adorno ocupan en ella un lugar secundario. Lo importante de la Semana Santa vallisoletana es el silencio; un silencio espeso, sombrío y doliente que encubre y arropa una honda emoción popular. El ambiente es lo más digno de admirarse de nuestra Semana Santa. Todo se desliza en una penumbra que amansa los nervios, mientras que por encima de las cabezas sopla una racha de trágica paz. Es silencio, recogimiento, conciencia íntima y dolorosa del Gran Sacrificio. Pero ya no es sólo la sobriedad y la solemnidad de sus procesiones, es la exquisita calidad de su imaginería la que marca definitivamente la diferencia. Gregorio Fernández, Pompeyo Leoni o Juan de Juni, son algunos de los grandes escultores. A lo largo de todo al año, las imágenes están repartidas entre las iglesias de toda la ciudad y el Museo Nacional de Escultura (antes Museo Nacional Colegio de San Gregorio), que posee la colección escultórica española más importante de la península, y una de las más destacadas de Europa. - © nito500/123RF
Es una de las jornadas más concurridas, pues se llegan a celebrar hasta diez procesiones, algunas de las cuales concurren en el centro al mismo tiempo. A excepción de una que sale por la mañana, todas se suceden a última hora de la tarde, y se prolongan hasta bien entrada la noche con una austeridad imperiosa. - © David Tordable / 123RF
Es uno de los actos más singulares y destacados de la festividad, organizado por la cofradía que lleva su mismo nombre. Se celebra el mediodía del Viernes Santo, en la Plaza Mayor, especialmente engalanada para la ocasión, vestida de luto con telones negros. Durante hora y media, Valladolid se retrotrae al siglo XVI, pues rememora a los autos de que se celebraban en la antigua plaza del Mercado, a través de un poético pregón a caballo que precede al Sermón y que se proclama a lo largo de toda la mañana en distintos puntos de la ciudad. El pregonero, que lleva un verdugo rojo que cubre su rostro, va acompañado de 25 caballeros del cortejo, todos ellos encapuchados, recoge a las 8h30 de la mañana de manos del Prelado, el pergamino que contiene el Pregón, cuya lectura va siempre precedida y finalizada con un toque de corneta. A las 11 de la mañana se produce la penúltima lectura en la Plaza Zorrilla, donde está dispuesta la cofradía y los 7 pasos, partiendo detrás del cortejo a caballo hacia la Plaza Mayor, donde entorno a las 11h30 hacen entrada representantes del resto de cofradías, autoridades civiles y militares de la ciudad, algunas otras visitantes. Al mediodía, se procede a la última lectura del pregón y se devuelve el pergamino al Prelado, tras lo cual un religioso toma la palabra desde un púlpito y reflexiona sobre las 7 últimas palabras que Cristo pronunció en la Cruz. Cada palabra se ilustra con el paso que la representa y que van desfilando por toda la plaza. - © Anton Ivanov / 123EF
Rosario del Dolor
, El Encuentro
o la magna Procesión General de la Sagrada Pasión del Redentor
, son las procesiones más destacadas. Esta última es el eje vertebrados de todas, y se celebra en la tarde-noche del Viernes Santo, y es la más importante, ya que en ella participan todas las cofradías y se procesionan todos los pasos, 33 en total. Al final de la procesión tiene lugar un momento especialmente emotivo, el canto de la Salve Popular ante la imagen de la Virgen de las Angustias, junto a su templo titular. A este acto suelen acudir algunas cofradías con sus respectivos pasos, en recuerdo de los tiempos en los que todas las cofradías esperaban en el Teatro Calderón y sus aledaños la salida de la Virgen. Con este canto popular y la bendición del Arzobispo se da por terminada la procesión. Merece mucho la pena, pero te advertimos de que es muy larga (hasta 3 horas), y se hace más si el tiempo no acompaña. Por eso, si te armas de valor para verla entera, te recomendamos que lo hagas desde la Plaza Mayor (por un precio con carácter donativo de entre 10 y 15?), el punto álgido del recorrido, pues está engalanada de luto con banderas a media asta y tapices bordados con el escudo de la ciudad, y además provista de un graderío desde el que lo podrás ver cómodamente, y que ofrece una vista incomparable, en un marco insuperable. No te olvides de llevar un buen abrigo ?o incluso manta- y provisiones, porque no querrás que nadie te quite el sitio, ¡es adictiva! - © David Tordable / 123RF
Es otro de los días grandes de la Pasión vallisoletana. Las manolas visten la mantilla blanca y los cofrades desfilan sin capuchón en la última procesión, que una vez más, se encamina hasta la Plaza Mayor, donde la Semana Santa termina con una suelta de palomas al son de cornetas, como símbolo y celebración de la Resurrección de Cristo. - © David Tordable / 123RF
Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, una escapada con motivo de la Semana Santa no exime de conocer el Valladolid histórico, aquel que fue capital de la Corte, sede de las nupcias de los Reyes Católicos y morada de Zorrilla, Colón y Cervantes.. Por ello, desde la Oficina Municipal de Turismo nos proponen una serie de rutas para descubrir los secretos de la ciudad. Las opciones más propias e imperdibles en estas fechas son las el Museo Nacional de Escultura y la Ruta de las iglesias. Con esta última recorrerás en un ameno paseo, todos los templos destacados del casco histórico. También te proponemos visitar la Catedral y conocer las razones por las cuales está inacabada, así como subir a la torre, tanto en horario diurno como nocturno, para contemplar las espectaculares vistas panóramicas de la ciudad (el mejor momento es al atardecer). Para la noche te sugerimos la ruta Ríos de Luz, que recorre los principales monumentos están iluminados. Te la recomendamos encarecidamente, pues sin ir más lejos el pasado diciembre Valladolid fue nombrada como la ciudad mejor iluminada del mundo. El camino lo marcan unas líneas de luz verde, y cada monumento tiene una marca de luz de un color difrerente para distinguir si es un edificio público o propiedad de la iglesia. Para lograr esta iluminación, se analizó la piedra de cada edifico para determinar la luz más adecuada y que no hicieran sombras. Nada que envidiarle a París, supuestamente la ciudad de las luces
. - © Sergey Dzyuba / 123RF
El paladar también necesita razones para viajar, pero puede estar tranquilo, porque en Valladolid no le van a faltar. La gastronomía de esta provincia es de todas las cocinas de la región de Castilla y León, la que más rasgos de la cocina castellana posee. Destacan los embutidos, el potaje de vigilia tan propio de estos días, quesos y sopas, y por encima de todo el lechazo asado, que es el plato estrella. Por supuesto, siempre, regado con un Ribera del Duero, una de las mejores denominaciones de origen de España, junto con Rioja. ¿Puede darse un tándem gastronómico más perfecto? Pues sí, porque todavía nos falta el postre. Por si aún te faltan razones para vivir la Semana Santa vallisoletana, también apuntaremos que a la exquisita gastronomía de la ciudad se le suma en estas fechas el mejor -y más dulce- colofón posible: la dulcería tradicional de Semana Santa. Hojuelas, Dulce del penitente
, arroz con leche, rosquillas, buñuelos, pestiños, leche frita o las populares torrijas en las que nunca puede faltar la miel o la canela, son sólo algunos de los postres tradicionales que podemos degustar durante estos días en Valladolid, ¡benditas delicias! - © Ildi Papp /123RF