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En Noruega te espera un viaje que no olvidarás nunca. Por un lado, por su vertiente cultural y urbana, pues sus capitales proponen multitud de actividades. No obstante, quizás uno de los viajes más repetidos a este país se realiza a bordo de un crucero para contemplar sus fiordos, todo un lujo para los turistas. Los fiordos son entradas de mar por la inundación de un valle excavado. Son, por tanto, estrechos de agua salada en una de las regiones con más encanto del planeta.

Los Fiordos Noruegos te sorprenderán al ser un espectáculo de la naturaleza que no encontrarás en otro lugar. Cada uno de ellos tiene una atmósfera especial y se dirige a un tipo de turista. La época más recomendada para este viaje es el verano donde las temperaturas, a pesar de ser bajas en comparación con las de nuestro país, son más suaves y permiten disfrutar del viaje. Además, en verano se pueden disfrutar numerosas actividades como buceo, piragüismo o rafting. En invierno, en cambio, se aprovecha la densa nieve de las montañas para el esquí de travesía y alpino.

Algunos lugares que no deberías perderte son Stavanger, cuyo casco histórico destaca por sus acogedoras construcciones en madera; Lyse, que destaca porque allí se encuentra el mirador más vertiginoso de la región: su nombre es el Púlpito, y es una roca que ofrece un fantástico paisaje y genera sensación de vértigo; Bergen, cuyo barrio portuario es indispensable en una visita, así como su castillo y sus museos; o Sogne, que es el fiordo más largo.

También se podrá contemplar el famoso sol de medianoche o las auroras boreales, que son fenómenos nocturnos que permiten observar el firmamento como si se tratase de cortinas con fondos verdes. Destaca, entre los glaciares, el Jostedal.

¡Y ojo! Si por cualquier razón no te animas a realizar este viaje en barco, los fiordos también se pueden visitar mediante rutas en coche por modernas instalaciones como, por ejemplo, la Carretera del Atlántico.