Tahiti, Moorea y Bora Bora son las islas altas, también conocidas como las de los viejos volcanes, hoy en día dormidos. Un escenario imponente donde se suceden las montañas corroídas, los picos y peñascos rocosos de basalto, tallados abruptamente, que surgen en medio de una vegetación siempre exuberante. Estas tres islas están rodeadas por un arrecife de coral, anillo mágico que delimita el lago y las aguas cristalinas.
La fauna y la flora rivalizan en cantidad y diversidad. Emblema de Tahití, la flor de Tiaré se encuentra por todos lados, igualmente que el cocotero, de tronco derecho o inclinado hacia la laguna. Bajo el agua, cruzándose entre tortugas, se encuentran rayas gigantes, así como una multitud de peces multicolor que se mueven entre los corales.
Proveniente de las tradiciones locales mezcladas con el reflejo de los artistas viajeros que han ido llegando al archipiélago, el arte actual en Tahití mezcla el valor de la lujuria y la variedad de los paisajes, así como la perennidad de ciertos asuntos con vocación espiritual.
Tahití y Bora Bora han conservado elocuentes vestigios arquitectónicos, particularmente, estos lugares de culto conocidos como Maraes. El marae familiar estaba consagrado a un dios o dehesa, a la cual se le daban las gracias mediante la presentación de diferentes ofrendas. El marae comunitario, símbolo social de los miembros de una tribu, era el teatro de las ceremonias dedicadas a un dios mayor. Las maraes estaban constituidas por una explanada sagrada (tapu), en ocasiones rodeada por un muro de piedras secas, el acceso al cual estaba reservado exclusivamente a los sacerdotes y a los jefes. Sobre esta terraza, se encontraba el vasto altar ( ahu), que servía para depositar a los ídolos (en Tahití, tenía la forma de una pirámide); y un presentador de ofrendas. En el exterior del recinto, se encontraban los simplistas pequeños edificios (fare) que servían para exponer a los muertos ilustres?.mientras se protegía la piragua de Dios!