Estado creado en torno al año 966, según numerosos historiadores, Polonia ha superado siglos de historia, a través de un camino lleno de piedras. Muestra de ello, por ejemplo, su desaparición entre 1795 y 1918. Borrada del mapa junto a su cultura e identidad nacional, una zona cuyo control dependía de Prusia, Rusia y Austria.
Poco después de su independencia, fue la Alemania nazi quien la anexionó durante 6 años de horror, especialmente para la capital, Varsovia. Tras la barbarie nazi, Polonia continuó bajo el poder extranjero, en este caso fueron 45 años de comunismo totalitario antes de que se instaurara definitivamente la democracia. Por todo esto se podría decir que Polonia es uno de los países europeos que más han sufrido a lo largo de su historia.
A pesar de todo este dolor del pueblo polaco, este se mantiene como un pueblo fuertemente unido. Desde que llegó la democracia y una vez canalizadas las ansias nacionalistas, Polonia tiene el honor de ser uno de los países europeos que mejor ha soportado la crisis.
Evidentemente, toda historia está reflejada en las principales ciudades del país. Pero antes de conocer lo que produjo la acción del hombre, es necesario conocer que se trata de un país construido sobre una gran planicie, con algunas cadenas montañosas en el sur: los Cárpatos y los Sudetes. Una gran variedad de terreno para hacer las delicias tanto de los senderistas como las de los esquiadores.
Además, también hay que destacar el litoral báltico. 528 kilómetros de costa con una gran variedad de estaciones balnearias como Sopot, Miedzyzdroje o Kolobrzeg entre otras. En cuanto al tema acuático, Polonia también es famosa por sus preciosos lagos. Cerca de 10.000 lagos con más de una hectárea de extensión bañan el país. Estos se encuentran, sobre todo, en la parte norte del territorio denominada como región de los lagos.
Sin embargo, el desierto también está presente en Polonia, más concretamente en la zona de Katowice. El desierto de Bledow se extiende por 32 kilómetros cuadrados, uno de los cinco desiertos naturales de los que puede presumir en antiguo continente.
Pero además de este repaso geográfico, también hay que conocer el paisaje urbano. Varsovia, capital del país desde 1611, siempre había destacado por ser una de las más sofisticadas de Europa. Sin embargo, tras la II GM quedó en ruinas. En los años posteriores, los habitantes de la antigua Varsovia se esforzaron por reconstruir la ciudad con gran éxito.
De compras: joyas de ámbar, objetos de cerámica pintados a mano, tejidos o vestidos bordados con colores vivos, vodka. Horario de las tiendas: 06:00-18:00 ó 19:00 de lunes a viernes. Los sábados y los domingos tienen horarios reducidos. Las tiendas nocturnas abren de 20:00 a 08:00.
La cocina polaca es típica de la Europa central, rica y variada. Entre las entradas, destacamos los arenques, preparados con aceite o con nata, la charcutería, las sopas como el bortsch; el chlodnik (sopa fría) o el zurek (sopa agria con harina de centeno). En cuanto a los platos más consistentes, puedes elegir entre los pierogis (empanadas rellenas de carne, de champiñones o de queso fresco), los pyzies (albóndigas de patata rellenas de carne), el bigos (choucroute con ternera, ciruelas y champiñones) o el zrazy (rollo de ternera relleno, acompañado de trigo sarraceno). Los postres suelen ser pasteles de amapola o de queso y buñuelos rellenos de mermelada. En cuanto a las bebidas, Polonia es famosa por sus licores y sus vodkas, como la "polaca" o el "zubrowska". Los restaurantes sirven las comidas durante todo el día.
Una vez liberada, Polonia puede estar orgullosa de sus tradiciones y reafirmar su identidad. Con más del 95% de la población siguiendo el catolicismo, muchas de las tradiciones están ligadas a lo religioso. Por eso, tanto Navidades como Semana Santa son dos momentos muy importantes del año. En esta fecha las familias se reúnen durante varios días.
El folclore también está muy arraigado en Polonia. Se caracteriza principalmente por los bailes, aunque no todo se reduce a ellos. El folclore del país está muy vivo y es muy practicado por sus habitantes, sin importar su clase social ni edad. Mucha de su importancia se debe a Oskar Kolberg, un personaje que extendió por todas las regiones las costumbres que hoy en día perduran, durante el siglo XIX.
Para llegar a Polonia, la opción más rápida es el avión. Varsovia y Cracovia están en torno a dos horas y media o tres horas desde España. Otros medios como el coche o el bus te llevarán mucho tiempo. De todos modos todo depende del presupuesto, el tiempo y las inquietudes de cada uno a la hora de hacer el viaje.
Una vez allí, hay una serie de cosas y visitas que no debes dejar de hacer. En primer lugar, las ciudades principales: Varsovia y Cracovia. La primera, a pesar de haber sido destruida en la guerra, aún mantiene su esencia de antigua ciudad, completamente reconstruida en la según mitad del siglo XX.
La particularidad principal de la capital es la mezcla de estilos que allí se encuentran. Una amalgama arquitectural que muestra la movida historia de dicha ciudad. Cracovia es una de las urbes más antiguas del país, donde el patrimonio arquitectural ha sido muy bien conservado. Visitar la histórica ciudad a los pies de la colina Wawel es toda una experiencia.
Fuera de estas dos ciudades, las minas de sal de Wieliczka y los lagos de Mazurie son dos destinos espectaculares. Los polacos son muy católicos, por ello las iglesias son muy numerosas y llenas de gente. La vida sociocultural se organiza a menudo en torno a la misa, a la que te puedes unir o simplemente contemplar como muestra folclórica.