La Corte Artus ha sido el epicentro comercial de la ciudad. Durante 600 años, las cofradías y las corporaciones tenían la costumbre de reunirse aquí. Hoy día, el edificio es uno de los más impresionantes del centro. Fundado en 1350, el edificio ardió en dos ocasiones y se reconstruyó por completo en 1481, pero no se libró de los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial. Finalmente se reconstruyó siguiendo el modelo de los planos del siglo XV.

Actualmente ostenta una magnífica fachada de estilo gótico. Visitar el interior merece la pena. Los turistas podrán admirar especialmente un bajorrelieve de Hans Brandt de 1485 que representa la batalla de San Jorge y del dragón o una pintura mural de Anton Möller de 1603 que ilustra el Juicio final. Es un lugar verdaderamente emblemático de la ciudad y, por supuesto, visita obligada.