Edimburgo, conocida con el apodo de la Atenas del norte, es la ciudad más hermosa de Escocia. Combina lo antiguo con lo contemporáneo en una atmósfera escocesa única, donde los palacios medievales se codean con unos magníficos edificios modernos. El casco antiguo, el cual no podrás eludir a la hora de viajar a este magnífico rincón, constituye el corazón medieval de Edimburgo. Aquí se encuentran los principales lugares históricos, especialmente el castillo de Edimburgo, símbolo de la ciudad y donde se conserva la corona de Escocia. El barrio georgiano forma la segunda parte de la ciudad, que se denomina la ciudad nueva y que alberga hermosas construcciones del siglo XIX. Aquí es donde se encuentran los distritos financieros y comerciales. En el ambiente todavía se palpa la influencia de la Ilustración escocesa, de la época en la que Edimburgo era un centro intelectual avanzado en Europa; las estatuas de David Hume y Adam Smith son testigos de este rico pasado. Desde un punto de vista más moderno, la ciudad continúa desmarcándose en la actualidad, particularmente en el mes de agosto, cuando se celebra su programa único de festivales que, a ojos de algunas personas, la convierte en la ciudad más importante del mundo. Las festividades se inician con el Hogmanay, el nuevo año escocés, y culminan con una gran fiesta que congrega a toda la ciudad en pleno verano y que incluye acontecimientos como el Tattoo, el festival internacional de Edimburgo, el Fringe y muchos más.
Si tienes ganas de visitar Edimburgo, te aconsejamos que vayas durante el mes de agosto, cuando los festivales están en su máximo apogeo. Uno de los más impresionantes es el de Fringe, el mayor festival artístico del mundo que se celebra durante tres semanas y sube a miles de artistas a los escenarios repartidos por toda la ciudad, que proponen comedia, danza, teatro, conciertos y otros espectáculos. Durante el festival internacional de Edimburgo, famoso internacionalmente, que también dura tres semanas durante el mes de agosto, los seis principales teatros y salas de concierto de la ciudad, así como otros lugares más pequeños, se animan con la mejor música clásica, teatro, ópera, danza y artes visuales de los cuatro puntos cardinales del mundo. Tendrás todo el tiempo del mundo para descansar en septiembre...
La Royal Mile, que conecta el castillo de Edimburgo con el palacio de Holyrood, constituye una primera etapa perfecta para los recién llegados a la ciudad. El castillo, en el que se celebra el festival Tattoo, es una fortaleza real encaramada en la cumbre de uno de los puntos más altos de la ciudad. Esta se utilizó continuadamente durante un milenio y, aún hoy en día, se conserva en un estado excelente. La residencia real del palacio de Holyrood alberga la galería de la reina, que expone obras de arte de la colección real. La Cámara Oscura propone una diversión interactiva para toda la familia. Se trata de una torre antigua de hace 150 años instalada en Castle Hill, que proyecta luz sobre un espejo situado en una cámara oscura inferior, que ofrece unas vistas de 360º sobre Edimburgo.
Si tienes pensado visitar Edimburgo en Hogmanay (cerca de primero de año) o durante la temporada de los festivales en verano (de agosto a mediados de septiembre), recuerda reservar tu viaje con antelación (un año, como mínimo, o incluso más) porque en estas fechas la ciudad siempre está abarrotada y los hoteles se llenan rápido. La mejor época para visitar Edimburgo (en cuanto al clima) es entre mayo y septiembre, aunque el tiempo es muy variable. Así que llévate un paraguas y un impermeable, independientemente de la estación en la que viajes. El aeropuerto internacional de Edimburgo se encuentra a 16 km al oeste de la ciudad y ofrece un gran número de vuelos nacionales e internacionales.
Edimburgo es, en su conjunto, una ciudad bastante segura, aunque hay que prestar atención, igual que en todas partes. Quizás veas alguna pelea al salir de los pubs por la noche, especialmente en las zonas de Lothian Road y Grassmarket. Es preferible evitar algunos barrios de Leith por la noche (sobre todo entre el extremo de Leith Walk y los muelles).
Si eres un aventurero de la gastronomía además de un gran viajero, prueba el haggis, un plato preparado con despojos de oveja, mezclados con cebolla, avena, manteca de cerdo y especias. Se sirve tradicionalmente con «neeps and tatties» (nabos y patatas) y un «dram» (una copa de whiskey escocés). El black pudding es otro plato tradicional escocés que podrás probar si no tienes el estómago delicado. Se cocina con sangre y grasa de cerdo, así como con avena, y tiene un gusto potente que recuerda un poco a la nuez. Y si te gusta el dulce, no te puedes ir sin probar el Fried Mars, la especialidad de Edimburgo. Se trata de una barrita de Mars aplastada y después frita, y que sale caliente, pegajosa y deliciosa.
Todo depende de hasta donde quieras llegar, pero te puedes poner el traje escocés y volver a casa transformado en otro hombre o en otra mujer. Empieza con un kilt para los hombres o una falda escocesa para las mujeres. Los encontrarás sin dificultad de confección, o a medida si te tomas la cosa muy en serio. Compra un par de ghillies (zapatos escoceses tradicionales) y completa el conjunto con unas joyas celtas tradicionales.