Que no te desanime el aspecto moderno de Saint-Hélier que se descubre llegando por mar. El centro histórico y sus calles peatonales están algo más alejadas del puerto. Alrededor de la Plaza Real, la iglesia parroquial fundada en el siglo XI rodea el edificio de la Corte Real que alberga la sede del gobierno de los Estados de Jersey. A continuación dirígete hacia el mercado cubierto cuya cristalera y su armadura datan de 1882. Vale la pena visitar el Museo de Jersey y el de la Marina. En el primero puedes ver toda una colección de objetos que pertenecieron a Lillie Langtry, una actriz local que tuvo una brillante carrera internacional a finales del siglo pasado. Después de haber tenido antes algunas tumultuosas relaciones, concretamente con el futuro Eduardo VII de Inglaterra, al final vuelve a Jersey para pasar sus últimos días y donde muere en 1929. El principal monumento histórico de la ciudad se encuentra en un islote en medio de la bahía de St Aubin, cerca del peñasco de la ermita donde se retiró Saint-Hélier, que al final acabó dando su nombre a la ciudad antes de que le mataran los piratas en el 555. Al castillo Elisabeth, comunicado por un vehículo anfibio, se puede acceder a pie cuando la marea está baja. Construido en el siglo XVI para frenar las incursiones hostiles durante la ocupación, los alemanes hicieron de él una verdadera fortaleza. Cerca de ahí está la colina de Fort Regent donde se ha acondicionado un parque y que ofrece el panorama más bonito de la ciudad y su puerto. Por último los amantes de la botánica no se perderán la visita de la rosaleda del jardín público de Howard Davis Park.