Entre el Mar Caribe y el océano Atlántico, Punta Cana es la estación balnearia más famosa de la República Dominicana. Y con razón... Las maravillosas playas privadas del canal de La Morana, que se extienden a lo largo de más de 40 km, podrían elevarse casi al rango de patrimonio mundial. Aguas transparentes, cocoteros, arena blanca... es el cóctel mágico para pasar unas excelentes y ociosas vacaciones.
Viajar a Punta Cana es una buena idea si quieres tumbarte al sol o a la sombra de una choza de Cana, degustando un mojito o una piña colada. No obstante, para descubrir el país, las costumbres y a los dominicanos, es mejor pensar en otro destino. En Punta Cana no hay nada... aparte de los hoteles.
Los hoteles ofrecen todas las prestaciones necesarias para un bienestar de alto nivel, con una amplia oferta de spas en entornos de gran belleza además de un amplio abanico de actividades deportivas variadas (tenis, bicicleta, equitación). Los deportes náuticos tampoco se quedan atrás (submarinismo, esquí náutico, vela). Los amantes del golf encontrarán buenos campos.
La excursión que se suele ofrecer en Punta Cana es el Manati Park, un parque ecológico donde se puede tener la oportunidad, previa reserva, de nadar con los delfines. Desde Punta Cana, los turistas pueden lanzarse a la aventura para ir a la isla de Saona, a La Romana o a Santo Domingo, la capital de la isla, testigo del paso de Cristóbal Colón.
Una maleta estival: ropa ligera de algodón, calzado abierto, shorts, blusas, camisetas... sin olvidar el bañador completado por prendas de abrigo y calzado deportivo para las escapadas a la montaña. Un chubasquero puede ser de utilidad en la estación lluviosa (de mayo a julio).
En Punta Cana no se respira autenticidad. El encuentro con la vida dominicana es limitado a menos que se salga de excursión. Por otra parte, las excursiones llevan tiempo, porque la zona está lejos de todo. La única solución posible a menos que se opte por una estancia de dos semanas: elegir preferentemente hoteles cercanos a una plaza de mercado o a una estación de autobús para las escapadas.
Rica y condimentada, la cocina dominicana es el fruto de influencias a su vez criollas, europeas y africanas. Las féculas (arroz, batatas, plátanos machos), los pescados y crustáceos y los frutos tropicales son los alimentos básicos. Los guisos (el mondogo, el sancocho), la carne de cabrito y el pescado cocido en leche de coco constituyen algunos ejemplos.
Joyas de ámbar (resina marrón solidificada), de larimar (piedra azulada), objetos de cuero, cestería, pinturas estilo naif, herencia de los indios Taínos, CD de merengue y de bachata, puros, vainilla líquida, mermelada, ron y café son los principales souvenirs que se pueden traer. Se encuentran por todas partes, especialmente en las playas y en los mercados locales.