La capital de la República Dominicana está rebosante de vida. Cabe decir que ha cambiado mucho desde que un 4 de agosto de 1496, Bartolomé Colón, hermano del célebre navegante, fundó en la orilla este del río Ozama la que se convertiría en la ciudad más antigua del Nuevo Mundo, la Nueva Isabela, bautizada así en honor a Isabel la Católica.
Arrasada por un huracán seis años más tarde, fue reconstruida por colonos españoles, esta vez en la ribera occidental, y adoptó el nombre de Santo Domingo. Actualmente, el tráfico es denso y loco, incluso en las calles pequeñas. Hay un ambiente cacofónico producido por los cláxones de los coches unidos a los altavoces de las tiendas, que ponen una música merengue atronadora.
Los dominicanos no conducen rápido, pero la única ley que prevalece es el "cada cual a lo suyo". Por tanto, hay que armarse de paciencia, tanto si se va en autobús, en taxi o en coche de alquiler. La mejor solución sigue siendo aparcar no muy lejos de la zona colonial y continuar la visita a pie. Allí se pueden descubrir auténticos tesoros, vestigios de una época pasada donde España y Francia tenían influencia en el país.
Tómate tu tiempo para visitar los numerosos monumentos del centro histórico y para tomar un café en una pequeña playa a la sombra.
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Los hoteles ofrecen todas las prestaciones necesarias para un bienestar de alto nivel, con una amplia oferta de spas en entornos de gran belleza además de un amplio abanico de actividades deportivas variadas (tenis, bicicleta, equitación). Los deportes náuticos tampoco se quedan atrás (submarinismo, esquí náutico, vela). Los amantes del golf encontrarán buenos campos.
La zona colonial cuenta con los edificios más antiguos y más notables del país, algunos tienen más de cinco siglos, por lo que fueron los primeros de América. Tres arterias agrupan los principales centros de interés de este barrio, entre ellas la célebre Calle de las Damas, la primera calle del Nuevo Mundo.
Una maleta estival: ropa ligera de algodón, calzado abierto, shorts, blusas, camisetas... sin olvidar el bañador completado por prendas de abrigo y calzado deportivo para las escapadas a la montaña. Un chubasquero puede ser de utilidad durante la temporada de las lluvias (de mayo a julio).
Se debe evitar totalmente desplazarse de noche por Santo Domingo: es preferible hacerlo en las horas punta y por lugares concurridos. Asimismo, hay que evitar ir solo, especialmente si se es mujer. El parque Mirador Sur de Santo Domingo es un lugar muy apreciado por los deportistas, pero también por los delincuentes. Por desgracia, los ataques son habituales y es preferible ir en grupo. Por último, se desaconseja especialmente utilizar los "carros públicos", nos han comentado que se han producido varias agresiones a extranjeros: es preferible tomar taxis de grandes compañías y reservar el taxi por teléfono.
Rica y condimentada, la cocina dominicana es el fruto de influencias a su vez criollas, europeas y africanas. Las féculas (arroz, batatas, plátanos machos), los pescados y crustáceos y los frutos tropicales son los alimentos básicos. Los guisos (el mondogo, el sancocho), la carne de cabrito y el pescado cocido en leche de coco constituyen algunos ejemplos.
Joyas de ámbar (resina marrón solidificada), de larimar (piedra azulada), objetos de cuero, cestería, pinturas de estilo naif, herencia de los indios Taínos, CD de merengue y de bachata, puros, vainilla líquida, mermelada, ron y café son los principales souvenirs que se pueden traer. Se encuentran por todas partes, especialmente en las playas y en los mercados locales.