San Bartolomé está ubicado en el extremo nordeste del mar Caribe. La isla, conocida por sus paradisiacos dominios, fue descubierta por Cristóbal Colón en el año 1493, quien la bautizaría de este modo en honor a su hermano Bartolomeo. Comprada por la corona francesa a la Orden de Malta, propietaria de la isla desde 1674, Francia se daría cuenta poco después de que este pedazo de tierra no contaba con ninguna riqueza particular que fuese productiva para el país, siendo considerado un territorio inútil del que estarían dispuestos a deshacerse. Así pues, el 1 de julio de 1784, San Bartolomé fue entonces cedida al rey de Suecia a cambio de que éste dejase utilizar el puerto y los entre puertos de Gotemburgo a los navíos franceses. Fuertemente golpeada por un ciclón y posteriormente por un incendio en su capital, Gustavia, San Bartolomé sería devuelta a Francia por el rey de Suecia y Noruega, Óscar II, por medio de un tratado de retrocesión aprobado y votado en referéndum por los habitantes de la isla en 1877. Al año siguiente, su territorio es integrado dentro del vecino archipiélago de las Guadalupe. En 1957, el multimillonario David Rockefeller compra un propiedad de cerca de 27 hectáreas a cambio de varios millones de dólares. A raíz de esta jugosa inversión, la isla comienza a ganar cada vez más notoriedad entre los más pudientes, transformándose e u popular destino turístico de alta gama.
San Bartolomé llama la atención de los visitantes principalmente por sus paradisiacos arenales bañados por las cálidas aguas del Caribe. En total, la isla atesora nada menos que 22 playas, siendo Shell Beach, ubicada a escasa distancia del centro de Gustavia, una de las más famosas. La ensenada de Colombier es también una de las más hermosas, aunque su acceso no es precisamente tarea fácil. Para llegar hasta aquí, es necesario tomar un barco o bien machar durante 20 minutos desde Petite-Anse. Pero sin duda, cuando te encuentres con sus excepcionales paisajes, rápidamente comprenderás que el esfuerzo ha merecido la pena. En la parte más turística de la isla se encuentra Saint-Jean, la cual se extiende a lo largo de toda la bahía rodeada por una sublime playa de arena blanca. Una vez aquí, podrás practicar deportes de vela y buceo. No obstante, a la hora de realizar submarinismo, te recomendamos decantarte por la ensenada de Grand Galet.
La isla también propone una gran variedad de actividades y deportes náuticos. Los amantes del surf encontrarán en Lorient, en las ensenadas de Cayes y Toiny el mejor lugar para la práctica de este deporte. Por otro lado, quienes prefieran decantarse por el windsurf o el kitesurf deberán poner rumbo a Grand-Cul-De-Sac y Saint-Jean. Para el buceo simple con tubo y sin bombona, la pequeña bahía de Colombier, en Petite-Anse, o incluso en Lorient.
La isla de San Bartolomé cuenta con varios lugares de interés histórico que bien merecen una visita, como el ayuntamiento, construido durante la colonización sueca; la iglesia anglicana levantada en 1855 o el curioso reloj suizo. Estas tres atracciones están localizadas en la capital, Gustavia. El pintoresco pueblo de Flamands es otro recomendable lugar para realizar una excursión. Esta pequeña y agradable población rural está situada en la zona noroeste de la isla. A la hora de realizar una caminata o un poco de senderismo, el cuello de la Toumente, en San Juan, se impone como uno de los mejores de los recorridos. El Museo Internacional de las Conchas, en Corossol, y el Morne du Vivet, el pico más alto de todo San Bartolomé desde el cual puede contemplarse unas impresionantes vistas panorámicas sobre el Caribe, completan la hoja de ruta.
San Bartolomé, en calidad de puerto franco, está libre de impuestos. La mayoría de las grandes marcas de lujo tienen una tienda junto al puerto. Los precios son generalmente un 15% más baratos que en Europa. La alta costura, las joyas, los perfumes, el tabaco y el alcohol, los relojes, cámaras fotográficas y de vídeo deberían ser más baratos que en otros lugares. Aunque no ocurre así. Las tiendas toman como referencia para sus precios el poder adquisitivo de los norteamericanos, que es bastante elevado. Tan sólo el alcohol y el tabaco tienen precios interesantes.
Existe una artesanía local muy viva. Encontrarás objetos de cestería, cestas y, sobre todo, sombreros tipo panamá, que algunos artesanos aún elaboran.
Las tiendas abren de 08:30 a 12:30 y de 15:00 a 19:00 entre semana. Los sábados abren de 08:00 a 12:30. Algunos comercios abren también los sábados por la tarde.
En San Bartolomé el viajero encontrará muchos restaurantes elegantes y establecimientos hoteleros de alta gama que proponen una gastronomía de calidad en una atmósfera poco antillana. La cocina más de moda es la francesa, apreciada por la clientela americana, que es muy numerosa en la isla. Sin embargo, sería una pena no probar las especialidades criollas. Tanto en Gustavia como en el resto de la isla hay numerosos restaurantes que aún las sirven. El blaff es un plato de pescado fresco, macerado en zumo de limón con especias. Los cangrejos alimentados y rellenos de frutas tropicales están riquísimos, como también el feroce, una especie de puré de aguacate mezclado con trozos de bacalao desmigado. El tiburón a la brasa, las langostas y otros crustáceos, así como el pudin y el arroz criollo son igualmente buenas razones para dejar de lado la cocina occidental.
No dudes en probar las múltiples variedades de frutas exóticas que se cultivan en San Bartolomé, como papayas, frutas de la pasión, carambolas (fruta de color amarilla ligeramente ácida), mangos o lichis. Si cuentas con un presupuesto limitado, siempre puedes ir a hacer la compra a los supermercados y tiendas locales para preparar vuestros propios platos. Para comprar productos frescos, lo mejor es acudir temprano a los mercados.
Cada año, durante el mes de novimebre, la isla celebra el festival gastronómico "Taste of Saint-Barth, gourmet festival". Con motivo de este evento culinario, son muchos los cocineros con estrella Michelin que acuden hasta San Bartolomé para participar junto a los cocineros de los restaurantes locales. Pero esto no es todo, ya que también se organzian concursos amateur, siendo la competición de pasteles y "Petites toques", las dos más populares. En el caso de los profesionales, los dos desafíos más emocionantes son el concurso de cocina "St Bart Chef Challenge" y la competición de bar tenders, cuyo ganador tendrá el honor de ver como su cóctel es designado como el "cocktail Taste of St Barth".
San Bartolomé es una isla moderna en la que se pierden las tradiciones. Sin embargo, en Corossol, donde habitan descendientes de colonos franceses llegados de Bretaña, las mujeres siguen utilizando determinados domingos sus vestidos de satén, bordados con lentejuelas y se colocan las grandes cofias bretonas, llamadas "chiquenottes".
Las labores tradicionales de cestería también están vivas. Las hojas de latania se secan al sol y después se trenzan para confeccionar cestas, sombreros y objetos de todo tipo.
El periodo álgido de la temporada turística en San Bartolomé se desarrolla entre mediados de diciembre y mediados de abril, siendo el mejor momento para visitar la isla. Viajar durante la estación baja es mucho más ventajoso en lo que al precio del alojamiento y el transporte aéreo se refiere, pero las posibilidades de encontrarse con lluvias y mal tiempo son mucho más elevadas. Septiembre es el mes en el que existe mayor actividad ciclónica, lo que fuerza a la mayoría de restaurantes, establecimientos hoteleros y tiendas a echar el cierre. Antes de preparar un viaje a San Bartolomé has de saber que este es un destino orientado al turismo de alta gama, por lo que no se trata de una isla accesible a todos los bolsillos en el que el coste de la vida es notablemente elevado.
No existen vuelos directos entre España y San Bartolomé. Para llegar a este destino, es necesario realizar un mínimo de dos escalas, la primera de ellas en la ciudad de París y posteriormente en Pointe-à-Pitre, en el archipiélago de las Guadalupe, o bien desde la isla de San Martín (desde donde es posible tomar un barco en caso de no querer continuar viajando en avión), ya que el aeropuerto de San Bartolomé tiene una capacidad limitada a 20 plazas para aviones. No existe ninguna red de transporte público en San Bartolomé, aunque si existen dos paradas de taxi en la isla: una en el aeropuerto y la otra en la capital, Gustavia. Algunos taxis proponen a los turistas realizar el tour completo de la isla por unos 80 euros (tarifa que puede variar para entre 1 y 8 personas). Los coches y las scooters son los vehículos más utilizados, los cuales podrás alquilar en cualquiera de las múltiples agencias repartidas por la isla.
La isla se recorre en menos de media jornada. No dudes en tomar tus referencias desde el primer día al pasar por Gustavia, Lorient, Marigot, Grand y Petit-Cul-de-Sac y Grand Fond. Elige las playas según tus gustos. Para disfrutar de la soledad, ve a la playa del Gouverneur. Los amantes de los deportes náuticos deberán ir a las playas de los Cayes y de Grand Cul-de-Sac.
La isla es realmente pequeña; no hay que dudar en salir de ella. Podrás alquilar un barco con motor en Gustavia o un velero con tripulación para varios días.