La naturaleza domina todo el norte, dónde no se cuenta más de un habitante por km2: un verdadero desierto humano donde se imponen bosques, lagos, montañas y torrentes de agua. La inmensidad de estos decorados naturales, el silencio y el sol de medianoche contribuyen a la desorientación de cualquier viajero.
Las costas suecas tienen la ventaja de contar con condiciones climáticas y paisajes adaptados a las necesidades de cada uno. Los que prefieran la soledad, pueden viajar a la provincia de Bohuslän. Aquí no hay playas de arena fina, sino relieves escarpados, más salvajes y auténticos. Las islas de Öland y Gotland, a lo largo de la costa báltica, cuentan con acantilados abruptos. Sin embargo, esta última resulta ideal, tanto por su clima soleado como por sus pocas playas. De todas formas, aquellos a quienes realmente les guste el sol deberán dirigirse hacia el sur, a Escania, la región más expuesta al astro solar. También encontramos casas solariegas y castillos que, combinados con los tradicionales pueblos de pescadores de Bohuslän, convierten las costas suecas en un viaje ineludible.
Siempre que no te acerques demasiado al sur del país, podrás observar numerosos animales adaptados a los inviernos rigurosos. Así que no te sorprendas si, a lo largo de una excursión, te cruzas con un reno o un alce. Estos últimos se cuentan por centenares de miles y son los señores del bosque. Algo más exóticos son los bueyes almizcleros o los osos, que viven en los parques naturales. Las aves son más exóticas que las que pueden encontrarse en España. Los más afortunados podrán avistar escribanos nivales o reírse con las acrobacias de los pingüinos o el ballet de las focas de la isla de Gotland. Las condiciones climáticas de esta región, combinadas con los suelos arcillosos, permiten la proliferación de orquídeas.
La cultura sueca sigue siendo un concepto simple y popular. Encontrarás una multitud de museos y espectáculos itinerantes aun en los pequeños pueblos. .
Aunque la arquitectura sueca no se distingue por su estética, sí cuenta con un auténtico patrimonio histórico. Tanto si te encuentras en el norte como en el sur, podrás visitar una miríada de castillos de fuerte personalidad. Para convencerse de ello basta con visitar el de Gripsholm, en tonos rosados, el de Drottningholm con su fabuloso parque a orillas del lago Mälaren, o el Palacio Real de Estocolmo con sus fachadas ornamentadas. De todas formas, si estos majestuosos edificios no terminan de persuadirte, seguro que sí lo harán los pueblos de pescadores del litoral del país, que siguen luchando contra viento y marea. Asimismo, el centro urbano de Estocolmo y sus magníficas callejuelas medievales te llenarán de júbilo.
Como sucede en todos los países nórdicos, Suecia es un destino ideal para practicar deportes de invierno cuando las estaciones del sur y centro de Europa están cerradas. Algunas ?las más septentrionales? no cierran hasta junio. Aunque los desniveles no sean demasiado pronunciados, las estaciones cuentan con pistas y paisajes embelesadores. El esquí de fondo puede practicarse por todos lados en invierno, pero una de las actividades de ocio nacional más destacadas sigue siendo el patinaje sobre los lagos helados. Los amantes de las sensaciones más extremas podrán experimentarlas al volante de los grandes de la carretera. BMW, Porsche... podrás ponerte en la piel de Sébastien Loeb si realizas un curso de conducción sobre nieve.