Túnez no se limita sólo a sus playas y sus oasis, aunque parece que es sólo esto lo que marca la memoria colectiva. Sin embargo es una visión demasiado apresurada e injusta para este bello país que invita a descubrir otros panoramas. . La altitud media de Túnez no supera los 300 metros, pero no se puede decir que las montañas estén ausentes. El desierto tunecino no tiene nada que envidiar a otros de los paises del Magreb., y aunque no sea tan grande, la mayoría de excursiones se realizan en este territorio.
Gracias a su extenso litoral, sus tímidas altitudes y su situación mediterránea, Túnez goza de un clima más que agradable. El sol está garantizado todo el año. Sus playas atraen cada año a un número creciente de visitantes. La perla de la costa se sitúa sin ninguna duda en Sidi Bou Saïd. Enclavada en un acantilado desde donde se domina Cartago y el golfo de Túnez, este pequeño y remoto pueblo ofrece una vista increíble del Mediterráneo. En Monastir, Hammamet o en la isla de Djerba, tampoco faltan ingredientes de seducción: extensas y vastas playas de arena dorada y hoteles de lujo.
El país cuenta con numerosos parques naturales donde es posible observar la fauna local. Los amantes del desierto encontrarán una variedad de animales apreciable desde Tozeur: zorros del Sahara, lagartos, roedores, serpientes, escorpiones, dromedarios. La flora es muy variada en función de la región. Verde en el norte, comprende praderas, campos de habas y plantaciones de olivos. En el sur se rarifica, limitándose a cactus, palmeras y algunos arbustos espinosos a las puertas del desierto.
Establecida desde la Antigüedad, la artesanía concierne el trabajo de la piedra, de la lana, del hierro, de la arcilla y del cristal. El "savoir-faire" se transmite de generación en generación o en cursos en los centros de artesanos. Los orfebres de la materia bruta no dejarán de sorprendernos.
Sin motivo aparente, Túnez no está considerado como destino cultural, si bien cuenta con lugares antiguos aún desconocidos, dos de los cuales, Cartago y Dougga, han sido clasificados como Patrimonio Mundial por la Unesco. Los vestigios, que datan principalmente de los siglos I y II, conciernen tanto la arquitectura civil como a la religiosa. Se encuentran en lugares escogidos en su momento con cuidado, junto al mar o sobre una colina en el interior. Túnez tiene también la mayor colección del mundo de mosaicos, expuestos en su mayoría en el Museo Nacional de Bardo.
Muchas tradiciones se pueden conocer a través de la arquitectura de las casas tunecinas. Puertas de madera con remaches, rejas de hierro forjado o terrazas decoradas con mosaicos son algunos de los decorados más típicos de las calles tunecinas.
Ciudades fortificadas y verdaderas fortalezas, los ksour son los castillos del desierto tunecino. Jalones del sur del país, realizados en las dunas de arena o cavados en la montaña, estas obras de piedra o de adobe, se funden de maravilla con el paisaje que los rodea. Como si la naturaleza y el hombre hicieran de éste un lugar único.
Paseos a las puertas del desierto, inmersiones, deportes náuticos, talasoterapia y golf son algunas de las actividades que se pueden practicar en este destino. Todas ellas se pueden practicar en todos los rincones turísticos, de norte a sur del país.
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