Monastir tiene un encanto meridional muy agradable. Es un placer entretenerse a lo largo de su frente marítimo y luego descubrir su puerto deportivo y su barrio histórico. La oferta hotelera permite alojarse en el centro urbano o en la zona turística, a pocos kilómetros.
Además, la mayoría de los establecimientos ofrecen un "plus" en cuanto a la arquitectura, la restauración y la atención. Atrae a mucha gente en temporada alta, pero en temporada media o baja, Monastir es una de las estaciones balnearias más agradables de Túnez. Si no deseas depender de ningún tipo de transporte, elige un hotel en el centro de la ciudad.
Éste dará a la agradable carretera de la Falaise, bordeando el mar. Así estarás muy cerca del zoco, de los museos y de los monumentos, pero la playa no será tan bonita como en otros sitios. Bastante estrecha y abarrotada, más que un baño de tranquilidad lo que te darás es un baño de multitudes.
Si tu prioridad es ponerte moreno y los deportes náuticos, elige un hotel situado al oeste del centro, a lo largo de la playa de Skanès. Las construcciones son recientes y de buena categoría. Sin embargo, te aconsejamos que alquiles un coche para salir por la noche y explorar los alrededores.
Monastir es una ciudad muy agradable para descubrir a pie: camina a lo largo del frente marítimo hasta la Ribat (ciudadela), luego pasa algún tiempo en la medina. Tiene reservadas bonitas sorpresas a lo largo de sus calles adoquinadas y sus numerosas tiendas. El momento idóneo para descubrirla es temprano por la mañana, cuando los habitantes vienen a comprar fruta, verdura y pescado fresco. Es perfecto para abrir el apetito.
Todos los deportes náuticos en temporada alta (de abril a octubre), desde el jet ski al paracaidismo ascensional, pasando por el hidropedales y la vela. Hay que prever entre media jornada y un día entero para ir a Kairouan (aproximadamente a 60 km de Monastir). Atención, el patio de la Gran Mezquita solo abre por la mañana y la medina también está más animada antes del mediodía.
Visita las explanadas que se extienden delante de la mezquita Bourguiba y la Gran Mezquita. No dudes en entretenerte en sus plazas de enlosados magníficos antes de visitar los museos (el museo del Traje tradicional, situado en la calle de la Independencia, y el museo de Ribat, situado en la fortaleza con el mismo nombre). Termina el paseo deambulando por el paseo marítimo.
El aeropuerto no está lejos de la zona hotelera (5 km como mucho). Es idóneo en caso de una llegada tardía o de una salida matutina (lo que suele pasar cuando se coge un vuelo chárter). Los tiempos de traslado se reducen al mínimo.
Circular en coche por Monastir: a menudo las calles están atascadas. Más vale aparcar cerca del Ribat y seguir la visita a pie. Las distancias que hay que recorrer no son muy grandes.
Couscous (de pollo o de cordero). Cada vez se puede encontrar más en los bufés de los grandes hoteles (ofrecido como especialidad o en las veladas tunecinas). Prueba también el resto de recetas del país: dedos de Fatma (hojaldre relleno de pechuga de pollo, patata y alcaparras), tajine (tortilla de carne y de patatas), brick (triángulo de pasta relleno de atún y de un huevo pasado por agua).
Si vas a Kairouan, seguro que te llevas una alfombra, ya que la ciudad está especializada en esta artesanía. Los makrouts, rombos de pasta de sémola rellenos de dátiles, son más fáciles de transportar. En la medina de Kairouan se pueden encontrar pastelerías consideradas entre las mejores del país. Las demás compras que puedes hacer son más clásicas: especias, babuchas, cerámica, bolsos y capazos de estera trenzada.