De Port El Kantaoui se dice que es un poco el Marbella tunecino. El ambiente es un tanto distinguido, pero sin lentejuelas ni demasiado gentío, en un puerto deportivo que acoge tanto a yates como a barcos que hacen cruceros de un día. Hay que visitar Port El Kantaoui por su encanto, por su ambiente en temporada alta y por sus playas, unas de las más bellas de la riviera tunecina.
Se accede al centro urbano por una puerta que recuerda a las entradas de las ciudades medievales. La calle principal baja hacia el puerto deportivo. Está bordeada por agradables casas de fachadas blancas decoradas con balcones de madera. En los puestos que hay en la orilla del agua se venden cacahuetes caramelizados, buñuelos calientes y zumos de fruta recién hechos. Hay muchos olores tentadores que abren el apetito.
Se puede caminar por el puerto deportivo, donde hay bonitos veleros restaurados. Éstos ofrecen salidas de media jornada o de un día entero en el mar. Es una buena idea para salirse del programa tradicional de vacaciones, basadas en ponerse moreno y practicar deportes náuticos.
También se puede pasar la tarde de compras por las calles peatonales. Tiendas de artesanía, tiendas de ropa, complementos y productos de belleza... Y para descansar un poco de las compras, no hay nada como hacer una pausa en uno de los cafés con terraza en un patio interior. Podrás relajarte a la sombra de un naranjo, escuchando el sonido del agua que mana de una fuente. Si deseas tomar algo al estilo tunecino, pide un té de menta o de piñones. Está buenísimo con unos pastelitos de dátiles.
Golf en el campo El Kantaoui, de 36 hoyos. 130 hectáreas entre playa y colina, con numerosas superficies de agua y terrenos variados. Creado por Ronald Fream. Los green fees cuestan 45 dinares para un juego en 9 hoyos y 80 dinares para 18 hoyos. Deportes náuticos en verano, un tratamiento de talasoterapia en invierno (más barato que en Hammamet).
En Port El Kantaoui está todo concentrado alrededor del puerto deportivo. No hay casco antiguo ni monumentos históricos. Pero Kairouan no queda lejos (aproximadamente a 1 hora de camino). Allí podrás descubrir una ciudad tradicional tunecina, con su medina y su zoco organizado por barrios.
Port El Kantaoui es una estación que vive al ritmo de las estaciones: está abarrotada de junio a septiembre. En mayo y en octubre, el ambiente está animado sin ser exagerado. De noviembre a marzo, restaurantes, cafés y tiendas siguen abiertos, pero ya no hay tanta gente.
Elegir Port El Kantaoui para desconectar. Sin tener en cuenta el té de menta, es como si estuvieras en el sur de España, en Sicilia o en Chipre. Si buscas un marco típico, es mejor ir a Djerba.
Cuscús (de pollo o cordero). Cada vez se puede encontrar más en los bufés de los grandes hoteles (ofrecido como especialidad o en las veladas tunecinas). Prueba también el resto de recetas del país: dedos de Fatma (hojaldre relleno de pechuga de pollo, patata y alcaparras), tajine (tortilla de carne y de patatas), brick (triángulo de pasta relleno de atún y huevo pasado por agua), chorba (sopa).
Si vas a Kairouan, seguro que te llevas una alfombra, ya que la ciudad está especializada en esta artesanía. Los makrouts, rombos de pasta de sémola rellenos de dátiles, son más fáciles de transportar. En la medina de Kairouan se pueden encontrar pastelerías consideradas entre las mejores del país. Las demás compras que puedes hacer son más clásicas: especias, babuchas, cerámica, bolsos y capazos de estera trenzada.