La ciudad de Kiev, fundada en el siglo V, fue la cuna de la civilización de los eslavos orientales, la madre de Ucrania, Bielorrusia y Rusia. Situada en una próspera ruta comercial que unía el mar Báltico con Constantinopla, comenzó a desarrollarse cuando el príncipe varego Oleg la convirtió en la capital de un poderoso principado en 882. Alcanzó su apogeo en el siglo XI, y rivalizó con la propia Constantinopla en los terrenos religioso, artístico y comercial. De esta época data la catedral de Santa Sofía, inspirada en su homónima de Constantinopla. El saqueo de la ciudad por los mongoles en 1240 marcó el fin de su hegemonía. Kiev también sufrió graves daños por los bombardeos durante la Segunda Guerra Mundial, aunque el casco antiguo, concentrado principalmente al noreste de la calle Volodymyrska, conserva numerosos monumentos históricos. Si preparas un viaje a Kiev hay un sitio al que no puedes dejar de ir: la catedral de Santa Sofía. Este majestuoso edificio bizantino que cuenta con 19 cúpulas fue construido entre 1037 y 1039, y ha conocido numerosas modificaciones externas desde entonces. El interior de esta iglesia, que fue durante siglos el corazón de la vida religiosa de la Rusia kieveña, está decorado con magníficos mosaicos, frescos, iconos y retablos, especialmente en la nave central. A un centenar de metros al sur de la catedral se encuentra la principal vía comercial, la calle Khreshchatyk, llena de vida con sus numerosas tiendas y cafés. Desemboca en el mercado de frutas y verduras de Besarabia. Otra calle encantadora es la cuesta Andriivsky, que une la parte alta de la ciudad con el Podol, el antiguo barrio de los comerciantes y los artesanos. En el centro del Podol, la plaza Kontraktova alberga restaurantes y galerías comerciales bajo las arcadas de la Casa de los Contratos, un edificio neoclásico de piedra blanca. Al final de la calle Volodymyrska, podemos visitar el Museo de Historia Ucraniana, que exhibe una interesante colección de objetos antiguos. También podemos recorrer las salas del Museo de Chernóbil, que narra la historia de la catástrofe nuclear de 1986. La colegiata de San Andrés, encaramada a la cima de una escarpada colina que domina el Dniéper, es una catedral barroca magnífica y resplandeciente coronada por cinco cúpulas de colores azul, blanco, verde y oro. Tampoco podemos olvidarnos de la famosa Puerta de Oro (Zoloti Vorota), la antigua entrada principal de la ciudad, que encierra un pequeño museo de arquitectura antigua. No lejos, encontramos la catedral de San Vladimir y, al sur del parque Chevtchenko, el Museo de Arte Ruso, así como el Museo de Arte Occidental y Oriental. Al sur del casco antiguo y dominando el Dniéper desde las alturas, la laura (recinto monástico oriental) de Petchersk (Kyivo-Petcherska Lavra), o Laura de las Catacumbas, representa una de las joyas de la capital. Fundada en 1051 en las cuevas donde vivían los monjes anacoretas, se fue agrandando con el transcurso de los siglos, y fue durante mucho tiempo el monasterio más importante de Rusia. Esta laura es en realidad un enorme conjunto de iglesias con cúpulas doradas, laberintos subterráneos y edificios monásticos transformados en museos, que se divide en una parte inferior y otra superior. Accedemos a su parte superior por la iglesia de la Trinidad, construida en 1108, que está cubierta por ricos adornos barrocos, y rematada por una cúpula dorada coronada por una cruz. En el interior, las pinturas murales y el iconostasio dorado crean un conjunto decorativo de indiscutible belleza. De la iglesia de la Asunción, el edificio más antiguo del monasterio, que fue destruido en 1941, sólo se conservan la torre y algunos muros. Más al sur, la residencia del obispo metropolitano alberga un museo de artes y tradiciones populares de Ucrania, con una notable colección de artesanía. En el edificio de la imprenta, es imprescindible visitar el Museo de Tesoros Históricos, que muestra una excepcional colección de orfebrería escita en oro macizo. En la entrada norte se alza la iglesia de Todos los Santos, construida entre 1696 y 1698, un magnífico ejemplo del Barroco ucraniano. La parte inferior de la laura abarca una serie de cuevas, criptas e iglesias subterráneas. El acceso a las cuevas más remotas se realiza por la iglesia de la Concepción de Santa Ana, dominada por las siete cúpulas de la iglesia de la Natividad de la Virgen. A una docena de kilómetros de Kiev, cerca del pueblo de Pirogov, el Museo de Arquitectura y de Tradiciones Populares Ucranianas reconstruye lo que fueron los pueblos de antaño en diferentes regiones de Ucrania, con sus casas con tejados de paja, sus molinos de viento y sus iglesias de madera.