Como en cualquier lugar de Asia Central, disfruta de las múltiples especias y aromas que estallan en perfumes y colores en los puestos de los bazares y de las distintas sedas de colores chillones que se venden a menudo por metro. Las alfombras forman parte del día a día de los uzbecos. Todas no están hechas a mano y las de Bujara, a menudo de gran calidad, son en realidad del vecino Turkmenistán, conocido por su habilidad en este terreno. Para comprar una alfombra hay que tener un certificado de exportación que se solicita a menudo en el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio. Se pueden comprar preciosas joyas de platas, a veces con piedras preciosas pero hay que tener cuidado con las falsificaciones. Es mejor optar por las joyas embellecidas con piedras semipreciosas como el lapislázuli o sencillamente la plata cincelada. En Tashkent, la calle Khamza, detrás de la plaza Timur, está bordeada por puestos de todo tipo y pequeños restaurantes a buen precio. Las tiendas abren desde las 09:00 a las 18:00 ó 19:00.
El plato nacional uzbeco se llama plov, carne de cordero mezclada con arroz y acompañada de cebolla, zanahoria, pasas y especias como el comino o el culantro por ejemplo. El plov es diferente en cada región y también se encuentra en otros países de Asia Central. Entre los otros platos comunes de la región están los shashliks o kebabs, pequeñas brochetas de carne de cordero, ternera, pollo o hígado de ave, a menudo servidas con cebolla cruda y los mantys, una clase de raviolis grandes cocidos al vapor. Prueba también la sopa de carne y de verduras llamada chorba y degusta las samsas, carne o verduras rebozadas parecidas a las samosas de la India. Saborea también las grandes tortas de pan que se venden por todas partes. Y a cualquier hora del día puedes tomar té verde o negro protegido del sol en una tchaï-khana, salón de té.
Aquí, se práctica un Islám muy tolerante. Como en la mayoría de los países de Asia Central, la hospitalidad y el trato de los habitantes son innatos. A un turista se le puede invitar a comer y también a cenar durante varios días, tres días según la norma musulmana.
Disfruta del ambiente apacible y meditativo de ciudades históricas como Bujara, Samarkanda y Khiva, pero no vayas en épocas demasiado turísticas. En el casco antiguo de Bujara relájate en el hammam del siglo XVI. En Samarkanda, paséate río abajo por las callejuelas serpenteantes de los barrios antiguos bordeados de viejas casas de adobe. En la "ciudad turquesa", admira las magníficas cúpulas y los minaretes. En el extremo este del país, en el interior, descubre el valle aislado de Ferganá, rodeado al norte por la cadena montañosa de Tian-Shan y la de Pamir al sur. La región es un extraordinario cruce de culturas, a menudo reñidas, en donde están muy presentes las tradiciones y la vida rural.