Desde el siglo XIX se conoce esta ciudad como centro balneario; pero mucho antes de que Víctor Hugo contribuyese a darle renombre, era un pueblo de balleneros. Esta herencia se muestra en el museo del mar, que esconde además la friolera de 24 acuarios, en los que se exhiben tiburones y ballenas.

Si llegas desde Málaga y es la primera vez que visitas la costa cantábrica, es posible que te sorprenda: Junto al pirineo atlántico, esta playa de arena blanca está rodeada de un bonito rocaje. El contraste entre los montes y el mar es especialmente bello. Y el agua del cantábrico un desafío para los bañistas.

Se construyó como residencia de verano por Napoleón III para la emperatriz Eugenia. Una vez ésta lo vendió, ha tenido usos variados. Desde casino, hasta hotel. Sus paredes rojas y su decoración exterior recuerdan el esplendor francés de la pareja. En sus habitaciones se han alojado grandes personajes históricos, como la emperatriz Sissí o la reina Victoria.

Desde los años 60 Biarritz es conocida por ser la capital del surf europeo y surfistas del mundo entero la visitan. Todos los años se celebran campeonatos de este deporte y hasta diez escuelas de surf ofrecen lecciones; tanto cursos enteros como clases por horas, así que es el lugar idóneo para darle una oportunidad a las olas.

Merece la pena programar excursiones por los alrededores. El pueblecito pesquero de San Juan de Luz es una auténtica maravilla y su gastronomía impecable. A muy pocos kilómetros se pueden visitar las cuevas de Zugarramurdi y conocer sus leyendas locales, relacionadas con aquelarres y brujería. Sare también está muy cerca y ofrece la posibilidad de un trayecto en un tren de montaña absolutamente pintoresco.