En el corazón de la capital, como uno de los emblemas de esencia masónica de esta enigmática ciudad en donde se esconden muchas historias. Sus salas llenas de lujo y encanto nos invitarán a tener la cámara bien provista. Es impresionante la la colosal estatua de la República en su entrada.

Este barrio emblemático conserva una realidad perdida y aún no lograda en la vida de los cubanos. Restaurada con mimo, podemos sentir palpitar el dinamismo de otros tiempos a través de sus calles y de la artesanía cuya calidad queda bien reflejada en los elementos pictóricos de los artistas.

No hay un habanero que no se identifique con este paseo de ocho kilómetros desde el que tantos se plantearon como resolver su libertad. Un lugar perfecto para buenas fotografías o para contemplar la llegada de los barcos. Un paseo marítimo que merece la pena recorrer con tranquilidad.

Una fortaleza llena de historia en la que las horas se pasan con la parsimonia propia de lo cubano. Hay una ceremonia cada día a las nueve de tarde en la que se produce el cañonazo, con la que el día comienza a declinar. En la fortaleza podemos acercarnos a la artesanía cubana llena de creatividad.

Un restaurante que se ha hecho famoso en el mundo entero y que hoy es representativo de la esencia cubana, más allá de sus fronteras. Un lugar donde han dejado su huello escritores y políticos de toda condición y que merece una parada.