Conscientes de sus raíces, los habitantes de la ciudad, miran con orgullo hacia su pasado. Prueba de ellos son los numerosos museos de la ciudad, entre los que destaca el Capitolio. Inaugurado en 1901 fue sede de la Legislatura del Estado. Hoy es un museo donde se recuerda la historia del país desde sus comienzos. Otros museos que merecen mención son el de los Minerales, Museo del Arte, Museo de los Niños...

Ir a Phoenix significa disfrutar de la belleza de la aridez. Para ello nada como una excursión guiada (es fácil perderse) por alguna de sus espectaculares cadenas montañosas, picos y parques naturales. Pico Piestewa, con sus casi ochocientos metros, presenta desde su cima unas vistas de la ciudad inmejorables; una subida de cuarenta minutos en contacto con la flora y fauna del desierto. La montaña Camelback es muy adecuada para hacer senderismo y escalada, pero con calma pues la subida, aunque no muy larga, es durísima. El Parque South Mountains es el mayor parque municipal del mundo y en él se puede practicar senderismo, montañismo o hacer rutas a caballo.

Singular jardín botánico con la colección de plantas carnosas (tipo cactus) más grande del mundo. Atípico porque representa la espléndida belleza de la naturaleza más árida.

Situado en medio del desierto de Sonora, es un parque de observación que posee veintitrés telescopios. Ofrecen visitas guiadas y la posibilidad de presenciar una observación nocturna. Espectacular, pues el despejado cielo y amplio horizonte de Arizona es perfecto para mirar las estrellas.

Un viaje hasta el Gran Cañón, en tren, como hace más de un siglo, es toda una experiencia. Partiendo de la estación de Williams, el tren (hay varios, pero el mejor es el de vapor) hace un recorrido inolvidable atravesando valles de agreste belleza.