Los Zocos de cualquier ciudad marroquí son su punto neurálgico, el lugar de reunión de la población donde poder comprar exóticas especias, típicas babuchas y todo tipo de mercancías que puedas imaginar. Tánger cuenta con varios zocos repartidos por la ciudad, pero el principal es el Zoco Grande, donde además de disfrutar de un animado ambiente podrás ver monumentos como la plaza 9 de abril o la mezquita Sidi Bou Abid, característica por sus llamativos colores.

Una vez visitado el gran zoco, éste desemboca directamente en la Medina. Un bonito recorrido de calles estrechas con típicas casas blancas que albergan bonitos jardines. En ella se han hallado restos arqueológicos de varias civilizaciones. Disfruta de un agradable paseo y descubre algunos de sus miradores desde donde se puede contemplar el mar o el pintoresco consulado de Estados Unidos que también se halla dentro de la Medina.

Una bella construcción típicamente árabe pero por la que han pasado civilizaciones tan diversas como la portuguesa o la romana, dejando vestigios de sus creencias. Su elemento más característico es la puerta principal decorada en madera y cerámica verde pero también impresionan su patio de arcos y su minarete.

La carretera que conduce a la Kasbah ya es digna de ser visitada por sus bellas vistas, pues lleva hacia un punto alto de la ciudad donde está situado este barrio residencial y que ofrece unas impresionantes vistas de los dos continentes y del Estrecho. Una vez allí podrás visitar el palacio de Dar el Makhzen, que data del siglo XVII y cuenta con una rica decoración.

Aunque solo sea para degustar su delicioso té de menta merece la pena una visita a Tánger. Pero además podrás deleitar tus sentidos con nuevos sabores como los típicos tajines, el tradicional cus cus o terminar una suculenta comida con su exquisita repostería a base de frutos secos, miel y hojaldre. Una manera perfecta de culminar una jornada en Tánger.