En su exterior se adivina una mezcla de estilos románico y gótico. En su austero interior predicó durante casi treinta años el reformador Juan Calvino y todavía se conserva una silla de madera utilizada por el eminente teólogo. La Catedral está situada en una colina desde la que se divisan unas estupendas vistas de la ciudad.

Es el centro histórico de Ginebra, donde aún quedan resquicios del antiguo foro romano y del mercado medieval. Está situada detrás de la Catedral, flanqueada por edificios construidos entre los siglos XVI y XVIII cuyos bajos están hoy ocupados por restaurantes y cafeterías. En su centro destaca una fuente del siglo XVIII y en uno de los costados de la plaza, el Palacio del Justicia (s. XVIII).

La cultura y rica historia de la ciudad queda patente en su gran cantidad de museos, una buena parte de los cuales ofrecen entrada gratuita. Destacan el de Arte e Historia, situado en la ciudad vieja y donde podrás admirar piezas desde el Renacimiento hasta la actualidad. El Museo de la Cruz Roja es otra visita imprescindible. Documentos, esculturas, medios audiovisuales, etc., cuentan la historia de esta fundación humanitaria que tiene su sede en Ginebra. También merecen una visita el Museo de Arte Moderno y Contemporáneo o el Museo del Reloj.

Disfruta de la ciudad desde otra perspectiva. Súbete a un transbordador, recorre sus orillas y podrás ver de cerca el famoso Jet d'Eau, el emblema de la ciudad. Se trata de una fuente que lanza el agua a más de doscientos kilómetros por hora, alcanzando una altura de ciento cuarenta metros. Si eres más aventurero, anímate a practicar vela en el lago o a un vuelo aerostático sobre la ciudad.

Aunque data de 1817 no fue hasta 1901 cuando se abrió en su emplazamiento actual. Se extiende a lo largo de veintiocho hectáreas ocupadas por invernaderos que conservan plantas de todos los continentes, pajareras, un parque de animales exóticos, un laboratorio, estanques, una biblioteca...