Viajar a Fez y no probar su gastronomía es casi un pecado. Los platos típicos de esta ciudad unen sabores dulces y salados, con muchas especies. Es imprescindible que saboreemos sus tés, el cuscús y platos más exóticos, como la Bissara , la Harira con dátiles y el Zaaluk de berenjenas.

Ésta es una ciudad única para comprar. Dando una vuelta por los zocos cercanos a la Medina, podremos comprar cientos de productos artesanos , especialmente de cuero, joyas, cerámica vidriada y azulejos de los mosaicos. Toda una experiencia, que se convertirá en inolvidable cuando empecemos a tener que regatear precios.

Recorrer la Medina de Fez es sumergirse en sus estrechas callejuelas, llenas de pequeñas mezquitas, tenderetes, baños públicos y gente paseando y comprando. El bullicio que nos rodea nos seducirá hasta que se nos haga difícil salir de ellas. Si nos gusta la arquitectura, tenemos que fijarnos especialmente en sus puertas de entrada.

Esta mezquita no puede ser visitada por personas no musulmanas, pero sí que podemos contemplar su belleza desde el exterior. Además, cuenta con un espectacular patio interior de mármol y está rodeada de impresionantes madrasas, construidas en el siglo XIV

Este mausoleo está levantado en honor al fundador de la ciudad, y es uno de sus edificios sagrados más importantes. Si no somos musulmanes solo podremos verlo desde el exterior, pero la belleza de las escenas de mujeres haciendo ofrendas nos seducirá de inmediato.