Es cierto que no están en el centro de Santander, pero merece la pena alquilar un coche o coger un autobús para visitar alguna de las diez cuevas de Cantabria que albergan pinturas rupestres del paleolítico y son Patrimonio de la Humanidad. Además de la famosísima Cueva de Altamira, para la que necesitas reservar con años de antelación, también hay otras nueve cavidades con restos arqueológicos importantes.

La bahía de la ciudad, de orientación sur, es una de las más bonitas del mundo. Durante el Siglo XVIII, el puerto fue uno de los más importantes en lo que se refiere a exportación y, buena prueba de ello, son las construcciones señoriales que aún se conservan en la zona. Te recomendamos un paseo por la bahía que termine tomando algo y probando las increíbles anchoas locales.

El Sardinero es uno de los barrios más conocidos de la ciudad y donde se encuentran impresionantes mansiones y algunos de los edificios más significativos, como por ejemplo el Palacio de la Magdalena que, en su día, fue la casa de verano de los Reyes de España.

Aunque el centro histórico es relativamente reciente tras el incendio ocurrido en 1941, la capital de Cantabria tiene muchos lugares cuya arquitectura merece especial atención, como la Catedral, la Plaza Porticada o el Gran Casino del Sardinero.

Como toda buena ciudad costera, Santander puede presumir de playas como la de El Sardinero con 3 kilómetros de arena, la playa El Camello llamada así por una roca que tiene la forma de ese animal o la playa de Los Bikinis a la que se accede desde una zona ajardinada. Eso sí, cuidado al meterte porque el agua suele estar más fría que en el Mediterráneo.