Declarado hace 30 años patrimonio del humanidad por la Unesco, se trata de un monasterio del siglo XVI. Su iglesia está formada por una única nave y 6 preciosas y enormes columnas: una joya. Su claustro te impactará por su perfección y belleza. Por todo ello quizá sea el lugar turístico más importante de ciudad.

Levantada donde se alzó en su día el Palacio Real destruido en el terremoto de 1755, hoy en día es la plaza más relevante de la ciudad. De forma cuadrada, con edificios a tres lados y un cuarto con vstas al Tajo, destaca por su Arco Triunfal da Rúa Augusta del siglo XIX y por la estatua central de José I, moldeada en bronce allá por 1775.

El casco antiguo de Lisboa, además de por su belleza, se caracteriza por su orografía. Sus siete colinas lo hacen realmente peculiar. En una de esas colinas se alza majestuoso el Castillo de San Jorge. Se trata de una magnifica construcción visigoda. Un paseo por sus jardines, disfrutar de las vistas que ofrece desde sus murallas y perderse por las calles adyacentes, te resultará agradable.

Una propuesta diferente para recorrer el casco histórico de la capital portuguesa. Este tranvía de madera te traslada tiempos atrás. Su recorrido del Barrio Alto a la colina de San Jorge sube y baja por callejuelas empinadas y angostas hasta el punto de que parece imposible que pueda pasar por algunos sitios. De hecho, cuando te bajas, por ejemplo para ver la catedral de la ciudad, has de tener cuidado porque hay poco espacio para los peatones.

Una alternativa para terminar el día puede ser el Barrio Alto. Representativo de la Lisboa más bohemia, es recomendable ir al atardecer para asomarse al mirador de San Pedro Alcántara a esas horas. Disfrutarás de la vista del castillo de San Jorge y de la catedral entre otras muchas cosas. Luego ya estás en sitio adecuado para cenar, bien con un espectáculo de fado, bien para luego tomarte una copa.