Constituye uno de los pocos ejemplos de iglesia católica marroquí que existe en el país. Se levantó en la década de los treinta y está construida en estilo neogótico. Hoy día sirve de centro cultural.

Como curiosidad, es una de las más altas del mundo con sus minaretes de 200 metros. Ha sido construida a prueba de terremotos y cuenta con las últimas tecnologías: techo desmontable, calefacción en el suelo y puertas eléctricas. El lugar de la construcción fue decidido por el propio monarca Hassan II. Se decantó por Casablanca por su suma importancia dentro del país.

Se encuentra a escasos metros del Parque de la Liga Árabe. Se construyó a expensas de un general francés durante la década de los veinte. Aparte de por sus famosos edificios, como el Palacio de Justicia o el Banco de Marruecos, también destaca por sus fachadas claramente inspiradas en el arte andalusí y por una torre sumamente toscana.

Es como el Retiro de Madrid, esto es, la zona verde de la ciudad por excelencia. Se pueden dar espléndidos paseos a pie a través de sus palmeras o simplemente refrescarse. Además, también cuenta con numerosos restaurantes y cafés.

A diferencia de otras ciudades marroquíes, nuestro destino no dispone de una medina muy antigua. A cambio, sin embargo, tiene el barrio de Habous que pretende asemejarse a una vieja medina a través de sus calles, sus plazas y comercios. Fue ideada por los propios franceses a principios del siglo XX. Aquí está también Mahkama Pachá.