Yemen es un país magnifico dotado de una enorme variedad paisajística que brinda a los visitantes una experiencia de viaje tan agradable como inesperada. Así pues, la llamada "Arabia feliz" (Arabia Felix) entremezcla áridos desiertos con llanuras, macizos montañosos y exquisitos arenales que enamoran a todos quienes la visitan. Otro de los puntos fuertes de este destino es su particular arquitectura, especialmente en las ciudades de Saná, capital del estado de Oriente Medio, y Shibam, conocida como la Manhattan del desierto. La población local vive en casas tradicionales construidas con piedra, tierra, paja, adobe o ladrillos que parecen no haber sufrido ni una sola modificación en siglos, invitando al visitante a embarcarse en un viaje a través del tiempo para descubrir la gran hospitalidad de sus gentes y una rica cultura que parece haber permanecido intacta en muchos aspectos hasta el día de hoy. Visitar el interior del país te permitirá descubrir las particularidades de esta cultura ancestral. Yemen formó parte del célebre Reino de Saba, cuyos dominios se extendían desde Yemen hasta el norte de Etiopia, extendiéndose hasta Eritrea. Autentico museo de historia a cielo abierto, Yemen ha sido el centro de muchos acontecimientos históricos bastante notables. Por su territorio se desarrollaban legendarias rutas comerciales para el intercambio de productos como el incienso, la mirra, las especias o el café, habiendo sido transportadas numerosas riquezas desde el importante puerto comercial de Adén.
El país se ve beneficiado por contar con una ubicación geográfica excepcional, estratégica para comerciar con África y las Indias desde el golfo de Adén. En el pasado, Yemen fue dividido en dos territorios (Yemen del Norte y Yemen del Sur), siendo posteriormente reunificado en el año 1990. Para comprender la situación política de Yemen, es importante saber que el país cuenta con numerosas tribus que juegan un papel primordial en el desarrollo de la vida cotidiana en el país. Esto ha conducido y todavía genera diferentes conflictos tribales. De hecho, durante vuestro viaje seguramente os encontrareis con muchos hombres que portan orgullosamente una daga o puñal en su cinturón, la tradicional Jambia. No obstante, el viajero no debe preocuparse, ya que su uso es mucho más figurativo de lo que puede parecer, siendo concebido como una especie de complemento.
Yemen ha sido durante mucho tiempo un país que ha formado parte del imaginario occidental, inspirando todo tipo de relatos y producciones artísticas. De hecho, su cultura milenaria ha seducido e inspirado a genios de la talla del poeta maldito francés Arthur Rimbaud, quien durante un tiempo tuvo su residencia en la ciudad de Adén. La casa en la que vivió el artista todavía existe, aunque necesita urgentemente ser restaurada.
Si te apetece aislarte del resto del mundo y sentirte prácticamente solo en la tierra, te recomendamos pasar dos o tres días en la isla de Socotra, en las cercanías de la costa de Somalia. Las especies de flora y fauna endémicas son excepcionales y sus playas un auténtico regalo para los amantes del turismo de sol y playa libre de hordas de turistas. Eso sí, es preferible contar con ropa de abrigo, impermeables y un cortaviento por el tiempo cambiante. Además, se dice que en este lugar se produce la mejor miel en el mundo.
Otra de las etapas que no pueden faltar en la hoja de ruta del viajero es la ciudad de Saná, la cual parece sacada de una antigua leyenda o cuento de hadas. Su remarcable arquitectura es única en el mundo. Algunas de sus casas tienen más de 400 años de historia. No dudes en perderte por las calles y callejuelas de su zoco, por la noche frecuentemente iluminado con velas debido a los regulares cortes en el suministro eléctrico. Del mismo modo, las ciudades de Mokka, Taiz, y Marib también merecen ser visitadas. Si cuentas con el tiempo necesario, no dudes en pasar por Shibam y el Valle de Hadramaut. Su grandiosidad realmente merece la pena.
En el zoco Al Baqr, mercado central de casco antiguo de Sané, puedes comprar dagas jambia a partir de 5 euros, aunque los precios suben rápidamente en función de la calidad y de la decoración de la funda. Ten en cuenta que normalmente está prohibido exportar objetos antiguos de más de 100 años. En todas partes puedes comprar joyas de plata (más o menos antiguas y fabricadas normalmente en China), corales, cornalinas, tapices y sedas. Las avenidas emanan olores a incienso y a mirra, que se pueden comprar en pequeños bloques a precios irrisorios. Hemos de decir que este zoco es realmente excepcional, lejos de los clichés que muchos puedan tener como por ejemplo sucede con el zoco de Marrakech. Éste es mucho más tranquilo, y los comerciantes que invitan a la gente a entrar en las tiendas lo hacen con amabilidad, respeto y sin meter presión, lejos del carácter casi agresivo de los comerciantes de otros destinos turísticos. El viajero puede pasar horas y horas deambulando por las calles y callejuelas de Al Baqr, encontrando a su paso todo tipo de dagas y puñales, tejidos, objetos de cristalería, joyas, especias de todo tipo y muchos otros tesoros. Un paseo por este increíble lugar te permitirá admirar el trabajo diario de la población local que ralentiza su actividad al caer la tarde para disfrutar calmadamente del final de la jornada.
Nada de otro mundo. La cocina es sencilla, a base de arroz, sorgo y judías. El pan es el alimento básico. El salta es el plato nacional. Se trata de una especie de guiso de cordero, pollo y verduras condimentado. No obstante, los yemenitas también sienten mucho aprecio por los kebabs y los llamados shurbas, que son un plato a medio camino entre ragú y sopa. Prueba los pasteles deliciosos hechos a base de miel. El dulce más popular de Yemen es el bint al sahn, el cual consiste en pan azucarado bañado en una mezcla de miel y mantequilla. Se come con una cuchara, sin tenedor ni cuchillo, y con un trozo de pan (se coge con la mano derecha, ya que la izquierda se considera impura). El café no es demasiado fuerte (a pesar del origen local, Mokha) y suele servirse con cardamomo. Los hoteles y restaurantes turísticos son los únicos lugares en los que se sirve cocina occidental.
Los hombres yemenís, y a veces las mujeres, consumen todos los días qat, planta narcótica similar a la hoja de coca. Estas son recolectadas por la mañana en los arbustos que se cultivan con sumo cuidado en las montañas. Las hojas jóvenes tienen que venderse como muy tarde al día siguiente en el mercado. Para sentir los efectos de euforia que producen las hojas, debes masticarlas durante un buen rato y hacer una bola dejándola a un lado de la boca. Esta droga suave y distendida produce una ligera somnolencia que no impide trabajar o conducir. Los hombres suelen reunirse para hacer "fiestas qat". Los mascadores se invitan entre sí, por turnos, después de la comida y durante varias horas, en las que se charla y bromea. Probar esta hoja no conlleva ningún tipo de riesgos y favorece el contacto con los autóctonos que se parten de risa al ver a un extranjero bajo los efectos de las hojas. El inconveniente es que los hombres se gastan más de la mitad de sus ingresos mensuales en la compra de la ración diaria de hojas de qat. El Gobierno está intentando limitar su uso, aunque no cosecha grandes éxitos ya que tiene que enfrentarse a un comercio muy lucrativo y a una tradición muy arraigada.
La jambia, enorme daga con empuñadura de cuerno que todos los yemenís llevan colgada a la cintura, es ante todo un símbolo de virilidad, de posición social y de pertenencia a una tribu concreta. En cuanto al folclore, durante vuestro viaje seguramente tengas la ocasión de contemplar la danza popular de la jambia
Desgraciadamente, en estos momentos Yemen es un destino al que el Ministerio Español de Asuntos Exteriores recomienda no viajar por la fuerte inestabilidad por la que atraviesa el país desde hace varios años. De hecho, actualmente ninguna compañía aérea occidental e incluso de Oriente Medio opera en Yemen. Debido a la Guerra Civil iniciada en el año 2015 y la presencia del grupo terrorista islámico Al-Qaeda en su territorio (especialmente en las zonas del desierto de Hadramaut), hacen que viajar a Yemen sea una misión imposible. Cabe destacar que los extranjeros forman parte de las victimas preferidas de estos radicales musulmanes. Además, a lo largo de todo su territorio el riesgo de atentado terrorista es muy elevado. Si a esto le sumamos las numerosas incursiones piratas que se dan en el Golfo de Adén, la cosa se complica todavía más.
El día en el que el país recupere su estabilidad política y social, os recomendamos encarecidamente pasar al menos dos o tres días en Saná, la capital, la cual se eleva a nada menos que 2350 metros de altitud, así como visitar sus alrededores para conocer los principales atractivos del país. Del mismo modo, de cara a la visita (casi obligatoria) de Shibam, la "Manhattan del desierto", con su impresionante skyline creado por decenas de rascacielos y altas constricciones, os recomendamos hacer un alto en el camino y pasar una noche en Marib, de esta forma podrás cruzar el desierto en un todoterreno con chófer guía, saliendo a primera hora para asistir durante el desayuno a la salida del sol sobre las dunas.
Los niños se han acostumbrado a pedir dinero a los extranjeros. Un consejo: compra pasas (deliciosas) en un mercado y dáselas, les hace mucha ilusión.
No merece mucho la pena ir a Adén. Actualmente es la capital comercial de Yemen. La casa en la que se hospedó el célebre poeta Arthur Rimbaud sigue en pie, pero le hace falta una buena reforma; a fin de cuentas tampoco ofrece gran interés.
En caso de alquilar un coche, es mejor decantarse por contratar los servicios de un chofer para visitar el país. Si tienes la posibilidad de ser "escoltado", aprovéchala.
Si quieres viajar a Yemen, verifica que tu pasaporte no cuente con ningún sello ni visado de Israel, ya que la entrada al país podría serte denegada.
En función de la región y la edad, las mujeres han de llevar velo. En el valle de Hadramaut, por ejemplo, todas ellas van vestidas de negro y llevan un espectacular sombrero similar a los de una bruja de cuento de hadas hecho de paja. Todas ellas tienen una característica en común: su aversión y rechazo a hacerse fotografiar, por lo que es mejor ni preguntarlas. Sin embargo, tanto los niños como los hombres sí que parecen estar dispuestos incluso a posar. Eso sí, antes de tomar una fotografía, pídeles permiso para evitar posibles problemas.