El nombre del hotel puede confundirse con el del prestigioso establecimiento de cinco estrellas del distrito 8, pero no tienen nada que ver. Aquí nos encontramos en República, en un dos estrellas nada lujoso. El Bristol, a pocos metros de la plaza de la República, está instalado en un bonito edificio que hace esquina, recién pintado, que se ubica encima de un café restaurante. Una visión exterior muy positiva, pero engañosa. En efecto, el hotel es mucho menos fastuoso de lo que parece visto desde fuera. El vestíbulo se reduce a una barra de lo más normalita, sin sofás ni espacio salón para esperar o relajarse. La sala del desayuno se encuentra en el sótano, en una pequeña sala sin encanto alguno. La acogida es bastante fría e inconsistente. La conexión wifi solamente está accesible en la recepción, en una pequeña sala cuadrada en la que no apetece quedarse.