El Golden Tulip Noailles es gestionado por una mujer, pero eso no significa que éste sea un "hotel femenino". No hay referencias en la decoración ni ningún detalle interior que destile una gran feminidad. Se respira un ambiente más bien vivo y moderno, con una elegancia más rica en dignidad que en ternura. Entre los espacios comunes del hotel destacan dos salones. Uno de ellos, un paraíso de colores, tiene taburetes y sofás en tonos naranjas o rojos. El otro, delante del bar, dispone de sillones y mesas en tonos más fríos y elegantes. Es muy interesante el hecho de que, en pleno corazón de París, esos espacios comunes y la sala de desayunos tomen como eje un pequeño patio interior muy coqueto, decorado con mesas, sillones, árboles y flores. Una chimenea, de las que funcionan de verdad, destaca en uno de los salones. La bóveda de piedra del sótano da cobijo a una sala de fitness, más bien reducida, a disposición de los huéspedes. Más interesante aún es la sauna, con capacidad para cuatro personas, que se esconde en ese mismo espacio tras un espeso calor.