Antes que nada, recordamos que todas las habitaciones y suites se reformarán en 2011.
Las 187 habitaciones y suites están decoradas con el mismo estilo: muy francés y clásico. Aún así, todas son diferentes. La propietaria del establecimiento siente una inclinación especial hacia los tejidos floridos. No hay que olvidar que todo es original, el hotel no tolera copias ni reproducciones. Aunque la decoración sea antigua (lámparas de araña, cuadros de pintores conocidos, motivos florales y rayas, grabados antiguos, muebles de época Luis XV y Luis XVI, etc.), el confort es moderno: televisión, aire acondicionado, wifi (de pago), vídeo, vestidor... Todas las comodidades de un palacio para que tu estancia sea agradable y sin complicaciones. Las habitaciones se reparten en diferentes zonas, el antiguo edificio, el original de 1925, el antiguo convento, adquirido en 1979 (reformado en 2010) y la nueva ala, renovada en 2009. Cabe destacar que ciertas habitaciones abuhardilladas ofrecen vistas de la torre Eiffel y el Gran Palacio. Los cuartos de baño son muy amplios, adornados en mármol rosa de Portugal o mármol blanco de Carrara. Están equipados con ducha y bañera. Una de las suites incluso cuenta con un hammam particular. Tres cuartas partes de los cuartos de baño gozan de luz natural. El wc siempre es independiente.

La historia del Bristol arranca en abril de 1925. Durante la segunda guerra mundial se convirtió en la residencia oficial de los ciudadanos americanos, dado que se trataba del único hotel que disponía de un refugio antigás. El hotel permaneció en manos de sus propietarios originales, la familia francesa Jammet hasta 1978, fecha en la que fue adquirido por una familia alemana, la familia Oetker, que lo sigue manteniendo a día de hoy. Desde su creación en 1925, el hotel ha experimentado varias transformaciones. En 1979 se amplió con el ala del lado del jardín, un antiguo convento. En esta zona se encuentran las salas de reuniones y de banquetes, así como algunas habitaciones. La piscina climatizada de la sexta planta con vistas de todo París y el jardín francés de 1 200 m² se crearon en 1979. El espacio piscina-solárium resulta bastante original dada su ubicación en la sexta planta, pero el ambiente no puede evitar recordarnos a un yate, ya que toda la decoración es un madera de teca. Los amplios ventanales permiten disfrutar de vistas a toda la ciudad. Pero sigamos con la historia del hotel. En 2009 se añadió un ala al edificio original, que cuenta con 26 habitaciones y el restaurante-cafetería, el 114 Faubourg. Los propietarios quisieron conservar la decoración original del hotel. El estilo del siglo XVIII se manifiesta en todo su esplendor. Todos los objetos, tejidos, tapicerías (de los Gobelinos) y los cuadros de pintores célebres son originales, no hay ninguna reproducción. La mejor baza de este hotel se esconde en sus magníficos jardines franceses que, según se rumorea, son los más extensos de los palacios parisinos. No entraremos en mucho detalle a la hora de describir el spa puesto que será reformado. Simplemente indicamos que albergará 10 cabinas de masajes. El hotel también dispone de una sala de fitness, pero esta cambiará de ubicación en 2011.

El Bristol es famoso en toda la capital francesa por su restaurante gastronómico y por su nueva cafetería-restaurante, el 114 Faubourg, que abrió en 2009. El restaurante gastronómico también cambiará de lugar para situarse al lado del jardín. Por ahora, se encuentra en una sala cercana al vestíbulo. Esta sala antiguamente era un teatro, lo que explica su forma ovalada. El restaurante gastronómico cuenta con 3 estrellas Michelin. Ofrece cocina francesa renovada de la mejor calidad. Abre todos los días del año. Productos como la bollería, la pastelería o el pan se elaboran allí mismo. En invierno podrás degustar los platos refinados en esta magnífica sala que antiguamente era un teatro, con decoración de época, arañas de cristal de Baccarat, madera, tapicerías, un techo trabajado con láminas de oro... En verano, podrás apreciar la cocina del chef Eric Fréchon en la terraza del jardín. El otro restaurante del hotel, el 114 Faubourg, abrió sus puertas en la nueva ala adquirida en 2009. Cuenta con dos plantas y sirve una cocina moderna y sabrosa (en la que juegan un papel destacado las verduras frescas de temporada) en un marco moderno con un toque japonés. Las paredes están decoradas con dalias, al estilo de un biombo nipón. La madera es el elemento principal de la decoración. Los clientes podrán disfrutar del concepto de cocina abierta y podrán observar con sus propios ojos cómo se preparan sus platos. Una hermosa bodega ofrece una selección de vinos de calidad. El ambiente es realmente acogedor, ideal para una comida de amigas. A los amantes del vino les gustará saber que pueden participar en veladas enológicas cada primer lunes de mes. También podrás almorzar y cenar de forma más informal en el bar. Verdadero punto de encuentro de la capital. Artistas, empresarios, políticos y personalidades de los medios de comunicación y la moda se dan cita aquí para degustar uno de los numerosos cócteles originales inventados por el barman. La hora del té también es sagrada en el Bristol. De 15:00 a 18:00 podrás elegir entre una selección de 15 tés, acompañados de pastas, bollos y otra pastelería.

El Bristol poco a poco irá reformando sus habitaciones y su espacio de bienestar. En mayo de 2011, todas las habitaciones se habrán renovado completamente. Asimismo, en julio de 2011, un flamante nuevo spa abrirá las puertas. Dispondrá de 10 cabinas. El gimnasio va a cambiar de lugar. El restaurante gastronómico se desplazará al lado del restaurante de verano y el jardín. A los más pequeños se les trata como a auténticos príncipes. A su llegada, se les obsequia con un peluche de Hippolyte el conejo jardinero y una libreta de bienvenida. Ropa de cama de bebé, jabones y champús para niños, una merienda de bienvenida, un menú especial... no se escatiman detalles para los reyes de la casa.