En pleno corazón del casco histórico de París y de sus antiguas callejuelas, el Notre-Dame se encuentra en un edificio de 400 años de antigüedad. De esta forma, su arquitectura muestra unos suelos a veces desgastados, unos techos que no están derechos y vigas de madera antiguas. Christian Lacroix, el decorador de este maravilloso hotel, se aprovechó de esta bella y noble estructura y del modesto tamaño del edificio. Con ello creó un conjunto dinámico e inimitable, rebosante de color y de fantasmagoría, en una estructura prestigiosa y noble. Desde la puerta, entrarás directamente a este mundo de fantasía: no tiene un vestíbulo gigantesco ni un amplio salón de recepción, no hay sitio para eso. Sin embargo, hay una zona de recepción que se prolonga a la sala del desayuno, con vistas a Notre-Dame. Esta única sala del hotel hace referencia a la historia del lugar: una gran tela impresa cubre toda una pared y reproduce un antiguo grabado de París. En él ya aparece representado el edificio del hotel. El hotel, decorado por Lacroix, es un fabuloso patchwork de colores, de materiales, con unos tejidos en las paredes que muestran grandes lonas impresas con motivos delirantes y poéticos. Lacroix echó mano de objetos de segunda mano para terminar la decoración. De este modo, el péndulo de madera de la sala del desayuno es una pequeña catedral de Notre-Dame, una pieza de colección que recuerda, de forma divertida, al lugar en el que se ubica el hotel. El hotel cuenta con un bar, abierto únicamente a los clientes del hotel.