El recorrido sensorial que conduce de la puerta de entrada a la habitación debería marcar las diferentes etapas que te separan del séptimo cielo... (¡ni más ni menos!). Un proyecto bastante pretencioso que cada cuál es libre de interpretar. Para empezar, se entra en el saloncito, que debería representar el sentido de la vista: desde aquí puede observarse el conjunto de la suite, en toda su longitud, simbolizando las primeras impresiones visuales de una pareja. Una vez entras en el salón, te sientes envuelto por colores oscuros y materiales pesados y voluptuosos; y así accedes al sentido del tacto.?
El cuarto de baño se sitúa detrás de un biombo: ultramoderno, de diseño, y declinado en tonalidades oscuras; ilustra los primeros momentos del descubrimiento del otro. Aunque su carácter esté bien definido, nos preguntamos por la practicidad del espacio, estrecho y alargado, bastante poco adecuado para una pareja.?
A continuación se accede a la cocina, es decir, al sentido del gusto y el olfato: sobre un espejo, nos encontramos con una receta para crear "elixir de amor". Se trata de una cita. La suite está equipada con todos los utensilios (batidora, vasos, máquina de café, tazas, etc.) e ingredientes (canela, jengibre, etc.). Todo con un estilo de diseño, por supuesto. Hay que conceder el debido mérito a la idea, pero la denominación de "cocina" resulta algo pretenciosa por lo que en realidad es un sencillo pasillo (¡por muy decorado y equipado que esté!).?
De la cocina, se pasa al gabinete/pista de baile, con cortinas rojas y una lámpara estroboscópica que favorece el acercamiento de los cuerpos durante el baile. Este espacio simboliza el sentido auditivo.?
Sin embargo, el conjunto de estas etapas preliminares tiene como único objetivo acceder al séptimo cielo. Representado por el dormitorio, queda ilustrado con una decoración totalmente aérea y ligera; esta sensación queda especialmente bien reflejada gracias a la gran cama y a los estantes, que denotan cierta "ingravidez". Este espacio, de una tranquilidad absoluta, está decorado en tonos blancos y azul cielo. Es una lástima que esté situado en la planta baja, ya que da a un pequeño patio privado (realmente minúsculo), encajonado entre los edificios. Si bien es cierto que el marco es especialmente tranquilo, una posición más elevada permitiría apreciar la luz del día o el reflejo de la luna.
La iluminación es más bien sorprendente: el techo está sembrado de innumerables pequeñas luces que dan la impresión de encontrarse bajo un cielo estrellado. Un detalle agradable.?