Por falta de espacio, el restaurante está instalado en el sótano. Es una pena porque no tiene vistas ni terraza. Pero dispone de una buena luminosidad gracias a las ventanas-tragaluces. El mobiliario, muy sencillo, es de madera clara. La sala, dividida en varias secciones, ofrece una agradable intimidad. En un rincón, está instalado el bufé del desayuno por la mañana: selección únicamente continental; los platos calientes como el beicon, los huevos y las judías con salsa de tomate llevan un recargo. Por la noche, se sirve cocina a la carta, que consiste esencialmente en pasta, parrilladas y pescados con recetas modernas.