La torre donde está el London NYC es alta y delgada (un poco como nos imaginamos a la persona que podría encarnarlo), por lo que en cada una de las 54 plantas hay unas 10 habitaciones, para asegurar a sus huéspedes la máxima discreción. Las estancias se distribuyen entre suites y suites de lujo, que a su vez están divididas en varias categorías más. Estés en la habitación que estés, todas están decoradas con un gran gusto, un mobiliario de excelente calidad, un estilo único y de un modo que difícilmente pasará de moda.
La habitación estándar, la London Suite, está muy bien equipada y presentada de un modo meticuloso; además, está disponible en varios tonos de colores. En la cama hay lencería del hogar italiana de la marca Fili D'Oro y una espesa manta a sus pies, con una cabecera de almohadas y cojines colocados meticulosamente. Al lado de la cama encontrarás una base para iPod-radio-despertador y, al otro lado, un teléfono digital. Asimismo, en la pared encontrarás un televisor de pantalla plana. Encima de la cabecera de la cama de piel acolchada hay un espejo que da una sensación de amplitud mucho mayor a la estancia. A los pies de la cama encontrarás un elegante cofre que esconde una plancha y un rodillo quitapelusas. El resto de la habitación está pintada en blanco, mientras que el techo está barnizado. La moqueta del suelo es de color gris perla.
Más allá de las puertas dobles de estilo francés, está la zona del salón, decorada con un parqué de roble encalado y un gran ventanal en el que se ha puesto un asiento tapizado especialmente para el hotel. Detrás hay una lámpara curvada hacia el sofá y suspendida por encima de una mesa de mármol diseñada a propósito para el hotel en colaboración con Gordon Ramsay. Se puede regular su altura para convertirla, según las necesidades, en mesa de café o en mesa para comer. Junto a esa zona tan bien distribuida y decorada, hay un escritorio de cuero complementado por una bonita silla. En un rincón del salón hay una mecedora, reinventada con una gran modernidad, tapizada en piel en color crema con una estructura de madera con la parte inferior pintada en negro. Asimismo, encontrarás justo a la entrada de la habitación un completo minibar cuyas puertas están revestidas de cachemir y coronado con un abrebotellas, un grifo monomando y una pala de hielo.
El inmaculado y amplio cuarto de baño, separado del resto de la habitación por una puerta corredera, está decorado con azulejos cortados a mano y un lavabo de mármol. Además, está equipada con una ducha adaptada para personas en silla de ruedas (o de una ducha sencilla y una bañera), un gran espejo y productos de aseo Clear. Las habitaciones Vista son exactamente iguales que las suites London, pero un poco más grandes y ubicadas en las plantas superiores, por lo que tienen unas vistas mejores.
Las suites incluyen dos habitaciones y una sala de espera que puede quedar totalmente cerrada. La primera de las suites de lujo es la Sky, de unos 90 m². La habitación es bastante similar a cualquier suite, excepto por su parqué de roble encalado, su tapiz y su papel pintado con motivos cachemir. Asimismo, una cómoda te dará un poco de espacio extra para guardar tu equipaje. Entre la habitación y el salón hay un gran ventanal delante del cual hay una hamaca de diseño hecha en plexiglás, cojines de piel y un gigantesco armario abierto. El salón es realmente confortable, con varios sofás y una mesita como eje central. Cuenta, además, con un televisor de pantalla plana y un completísimo sistema de audio. Justo detrás de los sofás hay una pequeña mesita de mármol y varias sillas, encima de las cuales hay suspendida una original y moderna lámpara de araña. El resto del espacio está decorado con un magnífico bufé de madera clara, objetos de arte, lámparas, fotos y espejos. La London Apartment resulta aun más suntuosa, con su completísima cocina, su chimenea de mármol, libros y objetos artísticos. La espectacular suite Atrium goza de unas magníficas vistas de Manhattan y de un comedor. El Penthouse, el dúplex que acoge la mejor habitación del hotel, goza de una panorámica de 180° de la ciudad, sobre todo de Central Park, el río Hudson y el puente George Washington. Dispone de grandes ventanales, una cocina, un comedor y dos cuartos de baño. Todas las habitaciones incluyen caja fuerte, un acceso a Internet y conexión wifi gratis para sus huéspedes.

No encontrarás otra entrada de hotel más chic que la del London NYC. Dos grandes jarrones contienen, cada una, un bulldog podado siguiendo el arte de la topiaria; en el centro, hay una alfombra gris que se extiende a lo largo de su resplandeciente puerta, enmarcada a su vez entre arbustos podados a la perfección. Todo está dominado por una vitrina llena de vegetación. El magnífico vestíbulo tiene el suelo de mármol decorado con motivos geométricos cuadrados en negro que se reflejan sobre el techo. La recepción está justo delante de la entrada, por lo que te ahorras el tiempo que en otros hoteles pierdes buscándola. En la zona de recepción hay una gigantesca tapicería de Elizabeth Deshayes inspirada en el Hyde Park londinense y que retrata varias personalidades que pasean a sus perros sin preocuparse del mundo que les rodea, una alegoría a la que se asocia la imagen del hotel. A mano izquierda hay una chimenea y un poco más allá, en la misma dirección, conserjería. Si el vestíbulo no dispone de ningún asiento es porqué quiere reproducir la entrada de una lujosa residencia, por las que David Collins es tan famoso, y eso también permite evitar que se acumule mucha gente; si sus huéspedes lo desean, pueden reunirse en la primera planta.
El London NYC Club, el gimnasio del hotel, está equipado con máquinas cardio y de musculación de ultimísima generación y de un Kinesis Wall, un concepto que permite hacer trabajar un grupo de músculos concreto con la ayuda de diferentes equipamientos y de una manera específica ilustrada por un video visible en la pantalla plana que hay junto al aparato. El gimnasio, abierto las 24 horas, alberga una zona de estiramientos con punching balls. Sus clientes encontrarán agua, toallas y auriculares. Aunque el hotel no disponga de spa, los huéspedes podrán llamar al Spa Chakra desde su habitación para que vengan a la habitación a hacerles un tratamiento o para reservar hora e ir ellos mismos (está en la Quinta Avenida). Todos los rincones del hotel son tan impecables que parece irreal: el conjunto rezuma elegancia en todas partes, como por ejemplo con los paneles aterciopelados con el número de habitación. El personal es simpático, profesional y encantador.

Los hoteles de alto standing como el London NYC, deben tener un restaurante a la altura de su reputación, y ese sería el caso del London y el Maze, capitaneados por Gordon Ramsay. Te gustará o lo odiarás, pero ha conseguido crear una de las experiencias gourmet más refinadas de Nueva York. El Maze, diseñado siguiendo el modelo del establecimiento londinense de un chef premiado con estrellas michelin, es una opción desenfadada para la hora de la comida y de la cena. Su decoración, firmada también por David Collins, incluye unas grandes columnas de piedra y tejidos bordados de seda que tapizan las paredes y un techo doblado de ante.
A mediodía, carrilleras de cerdo asadas a la vainilla tienen la cocción perfecta, el risotto de carnaroli de calabaza está delicioso y la panna cotta con crema de fresas, coulis de miel y sorbete de fresa está divina. El servicio, supervisado por este gran perfeccionista, es, como puedes imaginarte, impecable. Añade a esto un precio de unos 28 $ (20 euros) por dos platos y 35 $ (25 euros) por tres platos: ¡Increíble! El menú de la cena es bastante variado e incluye platos que también son muy apetecibles, como el bogavante de Maine a la vinagreta de rábanos blancos y miel, las vieiras con especias, el puré de uva amarilla y los buñuelos de coliflor como entrante; como platos principales podrás elegir entre las codornices a la soja acompañadas de foie gras salteado y chutney especiado a la pera, un picantón cocido dos veces, gallo al vino asado con puré de ciruelas y crema de foie gras. Si no, siempre podrás pedir un menú mucho mas reducido de cuatro platos por unos 60 $ (40 euros) o seis platos por 75 $ (50 euros): la relación calidad-precio es inigualable.
El London Bar, situado junto al Maze, sirve el desayuno (continental y con platos calientes), té por la tarde, cócteles y vinos. Para una comida refinada en el London de Gordon Ramsay, podrás escoger entre el menú a la carta y el prestige. En el primero podrás degustar platos que también hay disponibles en el Maze más algunos más, como las costillas de cerdo Berkshire a la morcilla, col romana y sidra, mientras que el segundo (que ofrece alguna opción vegetariana, algo inusual en la gastronomía de M. Ramsay) cuesta 150 $ (100 euros) por siete platos (y 95 $ suplementarios, es decir, 70 euros, para el maridaje de vinos).
Como experiencia única, ¿por qué no te regalas una cena en la mesa del chef, en la cocina? Por tan solo 1.000 $ (700 euros) a mediodía y 1.400 $ (1.000 euros) por la noche (para 8 personas, sin maridaje de vinos), podrás degustar nueve platos después de que los preparen los chefs junto a ti e incluso, quizás, te atreverás a preparar algo. Por un extra, te darán la bienvenida con una botella de champán y el chef te explicará cada uno de los platos. Si lo piensas bien, todo cuesta menos de 120 euros por persona: así pues, una buena opción si tenéis un grupo lo suficientemente grande.

El London NYC ha encontrado a la perfección su nicho de mercado en la oferta hotelera neoyorkina, justo por debajo de los hoteles más clásicos, y goza de una imagen que se desmarca por completo de la de los demás hoteles visitados. El arquitecto y diseñador británico David Collins, especializado en realizar viviendas y tiendas, se ha encargado de proyectar este hotel. Entre sus proyectos se incluyen los restaurantes J-Sheekey y el Locanda Locatelli de Londres, además de los interiores para las tiendas de Vivienne Westwood y Victoria's Secret. Precisamente le seleccionaron por su falta de experiencia en la realización de hoteles y fue una decisión muy acertada, ya que todas las zonas del hotel están impregnadas de un gusto impecable.