La decoración de las habitaciones es contemporánea, en tonos marrones (dos sillones, parqué, muebles de madera...) y paredes blancas. El acento está puesto en su aspecto de hotel boutique moderno más que en el encanto del palacio histórico. Todas las habitaciones son diferentes: las estándar cuentan con 25 m², las superiores con un sofá-cama de dos plazas, las de lujo con una bañera pequeña y una gran ducha separada, las suites junior con un salón y una terraza, y la suite presidencial con 70 m². En todos los casos, nada que decir con respecto al confort: pantalla plana de televisión, banco a los pies de la cama king size, nevera minibar de pago (con patatas fritas y aceite de oliva), climatización muy discreta, conexión wifi gratuita a Internet, servicio de habitaciones las 24 horas (el menú está sobre la mesa de madera), plancha y mesa de planchar y caja fuerte de código digital gratuito suficientemente amplia como para guardar un ordenador portátil. El cuarto de baño se cierra con una puerta corredera de madera e incluye una bañera con ducha flexible, zapatillas y albornoz, secador de pelo, productos bio de tocador, espejo de aumento, pañuelos de papel y cepillo de dientes. El servicio está aparte, con un bidé y teléfono.