Si bien este hotel abrió sus puertas en 1993, el establecimiento renueva anualmente sus infraestructuras durante la temporada de invierno. Las últimas obras importantes tuvieron lugar en 2004. Situado junto a una carretera poco frecuentada, la arquitectura del hotel se funde en el paisaje gracias a su arquitectura típicamente griega. En el interior, un vestíbulo pequeño y cómodo recibe a los clientes en un ambiente tranquilo y agradable. El espacio está decorado con unas bonitas orquídeas que se cambian regularmente. Los distintos salones permiten hacer el papeleo de entrada y salida de una manera cómoda.
Este edificio de tres estrellas también dispone de una bonita piscina comunicada por un ascensor. La piscina rectangular podría tener más encanto, pero la verdad es que las vistas al mar son impresionantes. Las tumbonas están equipadas con unas colchonetas gruesas, y pueden colocarse a la sombra de unas sombrillas de paja. Pero para que la sensación de descanso sea total, acércate al spa del hotel. Situado en el sótano debajo de la recepción, se ha decorado con gusto, con unas luces tamizadas que te sumergen al instante en un ambiente zen y distendido. Hay tres salas de tratamiento disponibles, así como un recorrido de talasoterapia.