La isla de la Prisión tiene un nombre muy enigmático. Originalmente fue privatizada por el primer sultán de Zanzíbar como lugar de detención de esclavos rebeldes. Más tarde se transformó en prisión, pero nunca llegó a utilizarse. Más tarde se convirtió en un centro de cuarentena para enfermos de fiebre amarilla. No fue hasta 1919 cuando su función se hizo más agradable, ya que acabó albergando 4 tortugas gigantes de Galápagos, regaladas a Zanzíbar por el gobernador de las Seychelles. Pero a partir de entonces, unos traficantes empezaron a robarlas y a venderlas. En respuesta, el gobierno de Zanzíbar puso en marcha un programa para proteger a sus tortugas gigantes. Hasta la fecha, la pequeña isla cuenta con no menos de 200 tortugas. Algunas de estas grandes damas son casi dos veces centenarias.
