A finales del siglo XII, durante la festividad de los Reyes Magos, los habitantes del pueblo de Meritxell viajaron a Canillo para asistir a misa. En el camino, se encontraron con un escaramujo en flor, con las hojas verdes (curioso en pleno invierno). Al pie del árbol, descubrieron una imagen de la Virgen María con el niño Jesús en brazos. La imagen se colocó entonces en la iglesia de Canillo. Pero al día siguiente, la imagen ya no estaba donde debía. Como por arte de magia, se encontró de nuevo bajo la rosa canina de Meritxell.
