Un paseo lleno de yodo por las calanques

Las calanques son un auténtico patio de recreo para los amantes del deporte y la naturaleza. La mayoría de los visitantes acuden allí por el famoso díptico que forman el senderismo por los senderos calcáreos y el baño en las calas turquesas. Pero las calanques marsellesas también son famosas por sus rutas de escalada, que prometen increíbles vistas panorámicas sobre el Mediterráneo. Las aguas rocosas, por su parte, son mundialmente conocidas por su flora y fauna submarinas, que atraen a miles de submarinistas. En la superficie, un paseo en barco, kayak o incluso en stand-up paddle ofrece vistas inigualables del Parque Nacional.

La famosa calanque d'En-Vau

La Calanque d' En-Vau suele ser una de las primeras que vienen a la mente cuando se piensa en las calanques marsellesas. Y con razón, ¡es sin duda unade las más bellas! Enclavada entre dos acantilados, el agua de mil tonalidades de azul baña la arena blanca de una pequeña cala que parece casi el paraíso. Son muchos los que quieren disfrutar de este entorno idílico, por lo que la Calanque d'En-Vau suele estar abarrotada en verano, así que asegúrese de visitarla en temporada media.

La cala de Port-Miou, de fácil acceso

No lejos de Cassis, la cala de Port-Miou es única. Los acantilados calcáreos se precipitan hacia un pequeño puerto típico -Port Miou es un refugio natural para barcos- en una estampa tan insólita como magnífica. En el corazón de este verde pinar, manantiales de agua dulce terminan su curso en aguas turquesas, lo que le ha valido el sobrenombre de fiordo provenzal. También es el punto de partida de numerosas rutas de senderismo por las calanques.

La cala de Port-Pin, a la sombra de las coníferas

La Calanque de Port -Pin es un pequeño puerto natural que debe su nombre a los numerosos pinos carrascos que crecen allí, ¡algunos incluso sobreviven en equilibrio sobre la roca! Encajado entre dos acantilados, es oficialmente el último calanque de Marsella, ya que Port-Miou pertenece a Cassis. Bastante popular, hay que madrugar para esperar un sitio en la playa, que mezcla arena y guijarros, y disfrutar de las aguas cristalinas a la sombra de los pinos con toda tranquilidad.

Salto del ángel en la cala de Sugiton

La Calanque de Sugiton está formada en realidad por dos pequeñas calas bordeadas de guijarros y encajonadas entre acantilados bordeados de pinos y plantas aromáticas. En su corazón, emerge del mar una gran roca, apodada el Torpedero por su parecido con un buque de guerra. Con unos veinte metros de altura, a los jóvenes marselleses les gusta zambullirse en las frescas aguas desde su cima. Muchos prefieren simplemente contemplarlo desde la playa.

La Calanque de Sormiou, la más grande

Aquí no hay calas pequeñas: la Calanque de Sormiou es muy amplia. Con su playa de arena blanca, sus aguas turquesas y sus socorristas que vigilan el baño, es una cala muy frecuentada por las familias. También hay un restaurante que sirve marisco y un centenar de cabañas típicas que siguen habitadas en los meses de verano. Aunque un poco menos salvaje que sus vecinas, la Calanque de Sormiou es soberbia y no tiene nada que envidiarles.