El príncipe Eugenio de Saboya construyó originalmente este palacio ajardinado como residencia de verano, lejos de Viena. Era un gran amante del arte, por lo que en 1714 encargó al famoso arquitecto Johann Lukas von Hildebrandt la construcción de un lugar propicio para la reflexión y la tranquilidad.
Ocho años más tarde, estaba hecho: las sublimes salas barrocas, combinadas con el gran patio, constituían un lugar de refugio ideal para el príncipe. A continuación instaló una inmensa colección de cuadros, que no ha dejado de crecer con el paso de los años.