El palacio de Schönbrunn está lleno de maravillas. Entre ellas, el gabinete chino con su parqué de ébano, la sala de porcelana (en realidad de madera pintada, salvo el candelabro y la araña), los adornos sudamericanos de palisandro, sin olvidar la gran galería, de 45 metros de largo por 12 de ancho, iluminada por más de mil velas. Hasta hace pocos años, todavía se celebraban aquí los famosos bailes vieneses, pero dejaron de celebrarse para no dañar las pinturas de época del techo.
En la sala adjuvante, reconstruida en 2004, se exhiben trajes tradicionales húngaros, con sombreros de plumas grises y chaquetas rojas, en recuerdo del estatus privilegiado de este país durante la época imperial.