Viaje en el tiempo al Foro Romano y al Palatino

Situado en el monte Palatino, el Foro Romano es el centro histórico de la ciudad de Roma, donde se reunían las multitudes para celebrar reuniones y tomar decisiones políticas y religiosas. La construcción del Foro comenzó en el siglo VI a.C. y continuó durante toda la Antigüedad.

Aunque hoy en día los visitantes pueden recorrer fácilmente el recinto para observar los restos del Imperio Romano, no siempre fue así. Tras alcanzar su apogeo como escenario de grandes acontecimientos como desfiles militares, procesiones, entradas triunfales y combates de gladiadores, el foro fue abandonado en cuanto cayó el Imperio Romano.

Con el paso de las décadas, la total inactividad del yacimiento, unida a la subida del nivel del suelo, provocó el enterramiento de la mayoría de las estructuras. No fue hasta hace unos 300 años cuando comenzaron las primeras excavaciones arqueológicas, que revelaron las maravillas de la arquitectura romana. Desde entonces, el yacimiento se ha convertido en una visita obligada para cualquier visitante de la ciudad que se precie.

Al visitar la cuna de Roma, los descubrimientos son numerosos y la conservación de los edificios a veces subyugante. Comenzando a los pies del Coliseo, la Vía Sacra era una de las principales vías de acceso entre las distintas instituciones de Roma. Algunos de los adoquines de la Vía Sacra son originales, así que realmente pisarás las huellas de los antiguos romanos y de sus más aclamados vencedores.

Construido en el siglo I d.C., el espectacular Arco de Tito es una de las estructuras más emblemáticas y mejor conservadas del sitio. Accesible desde la Vía Sacra, marca la entrada al foro desde el monte Palatino. Sus 15 metros de altura le confieren una cierta estatura, notablemente decorada con columnas, capiteles y esculturas en honor al emperador romano.

Construida en parte durante el reinado de Majencio antes de ser completada bajo Constantino, la Basílica de Majencio y Constantino es un ejemplo perfecto de la escala de la construcción romana. Aunque muy dañada y en gran parte destruida hoy en día, es fácil imaginar la magnitud de la basílica, justo en el corazón de la ciudad.

Reconocible a simple vista por su majestuosa columnata, el Templo de Saturno es uno de los más antiguos de la zona. Aunque destruido en su mayor parte, los restos de algunas columnas del friso superior bastan para atestiguar la belleza de este tesoro del siglo V a.C.

El Templo de Antonino y Faustina, el Arco de Septimio Severo, la Columna de Focas y muchos otros edificios añaden encanto a este paseo histórico.

Situado en una de las siete colinas de Roma, el monte Palatino, el Foro Romano es sólo una parte de la visita a este lugar emblemático. Según la mitología romana, fue aquí donde Rómulo y Remo fueron criados por la loba, y luego fueron las ricas familias aristocráticas las que se instalaron aquí bajo la República Romana.

Tras explorar las numerosas ruinas escondidas, hay que subir a disfrutar de la vista panorámica sobre Roma que ofrece el Palatino. Desde la terraza del mirador o desde el jardín Farnesio, la vista es impresionante, ¡y el ángulo permite descubrir nuevos vestigios!

Después hay que pasar a la Casa de Augusto para admirar sus frescos y contemplemos la Domus Flavia, donde residían los emperadores, antes de dirigirnos hacia los términos antiguos.

Saliendo del Monte Palatino, a orillas del Tíber, se alza la Basílica de Santa María in Cosmedin. Construida por el Papa Adriano I, de este edificio sólo quedan hoy diez columnas de mármol con capiteles corintios que pueden verse en el interior de la iglesia. El nombre mundialmente conocido de la iglesia se debe a la famosa Boca de la Verdad, instalada bajo el pórtico. Esta gran máscara de mármol, que también data de la Antigua Roma, se utilizaba probablemente como cloaca, pero en la Edad Media empezaron a circular rumores sobre este rostro barbudo: se creía que tenía el poder de pronunciar oráculos.

El mito se transformó con el tiempo en la versión que sigue vigente hoy en día: la Boca muerde la mano de quien no dice la verdad. Este mito obtuvo reconocimiento mundial en la película Vacaciones en Roma, en la que Gregory Peck, divertido, convence a una aterrorizada Audrey Hepburn para que meta la mano en la Boca de la Verdad. Cada día, miles de turistas llenan el pórtico de la iglesia para inmortalizar el momento en que la boca muerde su mano.