1. La isla de Batz
Esta isla se encuentra en el norte del Finisterre. Para llegar, basta con tomar un barco durante una travesía de 15 minutos. Una vez que pongas un pie en la isla, déjate llevar por la magia del entorno. Su fauna, su flora y su patrimonio ofrecen un cambio de aires total en el corazón de Bretaña. Discreto, los amantes de la tranquilidad alejados de los turistas estarán encantados.