El Concertgebouw, centro internacional de música y artes escénicas, se enfoca en la música y la danza contemporáneas, pero el edificio también alberga un innovador espacio interactivo de arte sonoro, la Sound Factory. Te espera un viaje de descubrimiento sonoro mientras descubre una docena de obras interactivas. Entre ellas, Omni, del artista Patrice Moullet, que pasó 23 años desarrollando su obra. Se trata de una especie de esfera formada por distintas cajas de colores, cada una de las cuales emite un sonido particular. La instalación contiene cientos de sonidos diferentes, que dan rienda suelta a la imaginación musical de los visitantes para que compongan sus propias composiciones. También está el Vibrating Soundscape, una instalación multisensorial para oír y sentir sonidos. Se trata de un mueble compuesto por diferentes superficies (como la crin de caballo, que retiene bien las vibraciones) sobre el que uno se sienta y que empieza a vibrar según el tono y la frecuencia del sonido. El museo encargó esta obra con motivo de la Semana de los Iconos, dedicada a la Novena Sinfonía de Beethoven, en cuya composición perdió la audición. Este proyecto dio al museo un nuevo impulso para emprender proyectos con personas sordomudas.