Marrakech significa "tierra de Dios" en bereber, una de las lenguas oficiales de Marruecos. Pero la ciudad ha heredado otro nombre debido al color ocre que se encuentra en todas sus murallas: la ciudad roja. Las paredes están cubiertas de él, lo que confiere a Marrakech un filtro sepia natural. El buen rollo emana de sus interminables callejuelas y de los agradables olores que desprenden las casas y los vendedores ambulantes. El zoco, un mercado marroquí donde se venden mil y un productos, es el punto de encuentro de lugareños y turistas que visitan la ciudadela. En medio de todo este ajetreo, encontrarás alojamientos típicos y... absolutamente tranquilos. Los pequeños riads son viviendas tradicionales marroquíes heredadas del periodo árabe-andalusí. De forma cuadrada, estas casas típicas se disponen alrededor de un patio. Algunas ofrecen impresionantes vistas desde la azotea, mientras que otras ofrecen servicios de masajes tradicionales para ayudar a relajarte.