Algunos dicen que esta isla es como vivir en Koh Lanta, pero con todas las comodidades. Y con razón, esta pequeña isla en el fin del mundo da la impresión de estar encallada en un atolón, sin tocar por la civilización y lejos del ajetreo de la vida cotidiana. Una pequeña franja de arena de 300 metros de ancho y 800 metros de largo que invita a relajarse y descansar. Es imposible no dejarse seducir por este hotel con encanto, que privatiza la isla y consta de 5 bungalows con techo de palma, cada uno con dos habitaciones justo en el agua, con vistas al océano Índico. En resumen, es el lugar ideal para empezar o terminar su estancia en Zanzíbar.
