Colmar es la personificación de Alsacia. Esta ciudad de más de 65.000 habitantes tiene todas las características de un pueblecito pintoresco. Es difícil superar la calidez y el encanto de la pequeña Venecia francesa. Sus casas de entramado de madera, unidas a sus numerosos canales, la convierten en un auténtico remanso de paz.
Para no ser menos, Colmar también presume de una gastronomía que no hay que perderse. Las recetas alsacianas se han ido perfeccionando a lo largo de los años para elaborar platos contundentes que hacen las delicias de las frías tardes de invierno. Fue aquí, por ejemplo, donde se inventó el foie gras y donde se elaboran los mejores choucroutes, kougelhopfs y el imperdible bæckeoffe. Los vinos tampoco tienen nada de qué avergonzarse, ya que son emblemáticos de la región, como el Gewurztraminer y el Riesling.