A bordo de sus famosos Drakkars, los vikingos llegaron de Escandinavia en 841 y eligieron atracar en esta tierra, que no se convertiría en Normandía hasta mucho más tarde, por razones prácticas. La región contaba con abundantes recursos, pero sobre todo, además de ser una región costera, disponía de una ruta marítima privilegiada: el Sena. Gracias a ella, podían ampliar su flota hacia el interior sin problemas. A pesar de las defensas que habían establecido, los reyes carolingios pronto fueron incapaces de detener el azote norteño. Saqueos, incendios, violaciones... Las incursiones vikingas asolaron el país desde las tierras normandas, ahora asoladas y prácticamente anexionadas por los bárbaros.
