Las reservas naturales de la biósfera en España de las que no se habla lo suficiente

En el 2021, la UNESCO determinó 53 territorios dentro de España como Reserva Natural de la Biósfera (RNB), haciéndolo el país con el mayor número de territorios con este estatus. Son volcanes, bosques, glasers, dunas de arena, ríos, junto con toda su flora, fauna y funga, constituyentes del 15% de la riqueza del país.

Desde 1976 que se reconocieron las primeras reservas por la UNESCO, la definición ha cambiado mucho y lo que al principio eran solo áreas protegidas, ahora han evolucionado para ser, además de zonas de conservación, espacios en los que se ahonde en los principios y prácticas del desarrollo sostenible, siempre con el respeto y cuidado de la vida como máxima prima.

Distribuídas en 16 de las 17 comunidades autónomas que conforman lo que se entiende como España, estas Reservas de la Biósfera son auténticos pedazos de paraíso y extraordinarios destinos de viaje para quienes disfrutan de la Tierra en sus formas más puras.

Aunque hay muchísimo que ver, en esta lista te dejamos cinco Reservas Naturales de la Biósfera en España para que escojas tu siguiente destino.

Esta reserva en la isla de Menorca, en las Islas Baleares, es particularmente reconocida por sus paisajes costeros, sus playas vírgenes, sus humedales y su enorme biodiversidad en especies marinas y terrestres.

Menorca fue declarada Reserva de la Biósfera por la UNESCO en 1993 y aquí se conservan los parajes naturales mejor conservados del Mediterráneo. Esta isla del extremo este español tiene 695.7 km², dentro de los cuales se resguarda un parque natural, cinco reservas naturales, una reserva marina y 19 Áreas Naturales de Especial Interés, que comprenden casi el 40% de la isla.

El núcleo de la RNB es el Parque Natural de l’Albufera, una laguna de aguas libres de 67 hectáreas, separada del mar únicamente por una barrera de arena. Aquí viven cientos de especies de animales distintas, de las cuales destacan la enorme variedad de aves, muchas de ellas exóticas. En los inviernos se han llegado a contar hasta más de once mil aves acuáticas de casi un centenar de especies diferentes.

Hacia el nordeste hay un sistema dunar a través del cual transcurre un canal que conecta con el mar, y hacia el extremo de esta misma dirección, casi donde acaba el Parque Natural, está el Faro de Favàritx, que se levanta sobre enormes piedras de pizarra negra, en lo que parece un escenario más lunar que terrestre.

La Reserva de Lanzarote es otra de las Islas Canarias que se han declarado, en su totalidad, como Reserva de la Biósfera por la UNESCO, debido a su riqueza natural y cultural. Al ser una ínsula volcánica, los paisajes de aquí parecen más lunares que terrestres, con montañas de piedras negras, escurridos de lava que se han quedado petrificados con el tiempo y albercas naturales que toman colores psicodélicos por la mezcla de la sal con los minerales del subsuelo.

Parte del encanto de las Reservas de la Biósfera es que no son únicamente los prístinos espacios naturales, sino que trabajan a nivel cultural también, promoviendo la convivencia balanceada y sustentable de los entornos humanos con el resto de las especies. En Lanzarote se puede ver, por ejemplo, la obra del artista César Manrique que inserta arquitectura modernista dentro de los espacios naturales de una forma a la vez orgánica y singular. Se le puede ver en la Casa-Museo César Manrique, en el Museo LagOmar, el Monumento Al Campesino, en los Jameos del Agua, entre otros más.

En la provincia de Málaga, Sierra de las Nieves es adorada por sus montañas de piedra caliza, sus nevadísimos picos y su bosque de pinsapos, una especie de abeto andaluz, extraordinario y protegido. 

Los andaluces tienen una cercana e importante relación con esta reserva, enorme en extensión, con sus 22.979 hectáreas. Aquí es donde dicen que “conquistaron la nieve”, pues durante siglos fue de los picos de la Sierra de las Nieves de donde se sacaba hielo, que se transportaba por toda la región. Ahora, por supuesto, ya hay máquinas que congelan el agua, pero esta llamada conquista muestra la cercanía que la gente tiene aquí con sus tierras.

Orgullosos también son los andaluces de sus abetos, que de éste tipo sólo existen en esta reserva. Incluso hay un sendero especial –el Pinsapo de las Escaleretas– para quienes llegan aquí con ganas de ver estos ejemplares raros, que son considerados fósiles vivientes pues han estado en la Tierra desde hace 66 millones de años.

Acerca de las montañas de aquí, su adoración no es anodina, pues no son montañas como cualquier otra. Los minerales de los que están compuestas que generan un paisaje kárstico, erosionado por el tiempo y los elementos que le dieron a las piedras formas de simas y cuevas, como la del Gato, que atrae a gente de todo el mundo por su excentricidad y belleza.

Cerquísima de la frontera con Francia, en la Girona catalana, se levantan del suelo una cuarentena de conos volcánicos y otras tantas coladas de lo que alguna vez fue magma bullente pero que ahora está petrificado, con sus dobleces que parecen de betún negro. El Parque Natural de la Zona Volcánica La Garrotxa, a diferencia de las otras zonas aquí mencionadas, no es reconocida por la UNESCO como RNB, sin embargo, el gobierno Catalán se ha empeñado en proteger y enaltecerlo por su belleza, particularidad y rica biodiversidad.

Estos cuarenta volcanes, activos por última vez hace 11 mil años, ahora son territorio de caminatas extraordinarias y el hogar de un bosque de hayas, la Fageda d'en Jordà, que es único en su tipo pues la negrura de la lava contrasta con el brillante verde bosque.

Además de los senderos de este paisaje, en el territorio de este Parque Natural se puede visitar Castellfollit de la Roca, una de las municipalidades más pequeñas de todo España, midiendo apenas un kilómetro. Pero no es su pequeñez lo más sorprendente, sino su ubicación. Este pueblito está trepado en un risco altísimo, avanzando por el balcón de la roca como las casas que siguen una avenida, una junto a la otra, viendo hacia el acantilado de basalto.