Pues con la ayuda de colaboradores como D. Fernando Navarro, D. Juan Nogales y D. Jaime O’Shanahan, consiguió superar todas esas dificultades de tal manera que, en 1959, el Jardín Botánico abrió sus puertas al público bajo el nombre de Jardín Botánico Viera y Clavijo en honor al naturalista canario del siglo XVIII José de Viera y Clavijo, un discípulo del botánico Cavanilles y pionero de las ciencias de la Naturaleza en el archipiélago canario.
Desafortunadamente, Sventenius perdió la vida en un accidente de tráfico el día 23 de junio de 1973, delante del mismo Jardín por lo que hoy, y a propuesta de D. Navarro, yace una tumba en memoria del creador en la zona de laurisilva donde el personal del jardín le rinde homenaje cada año. Tras su muerte, otros naturalistas han continuado con la labor de estudio y consolidación del Jardín Canario, en el que hoy se desarrollan varias líneas de investigación cuyo objeto es desarrollar el conocimiento científico de la flora exclusiva del archipiélago.
¿Qué ver?
Dentro de este verdadero tesoro natural ubicado al borde del barranco del Guiniguada, aquellos que lo visitan pueden descubrir una amplia variedad de especies, tanto de las Islas Canarias como de la región de Macaronesia, algunas en peligro de extinción. El Jardín está organizado de tal manera que, al pasear por los caminos habilitados que atraviesen sus 27 hectáreas, delimitados por esa flora exclusiva, podrás contemplar los distintos ecosistemas que componen la isla.